EL PRINCIPIO DEL FIN.

CAPÍTULO SEIS: LA PRIMERA NOCHE.

Ya estaba todo listo para que pasaras la noche, la comida estaba en la mesa y todos se estaban sentando. Comieron en silencio. Cuando terminaron de comer se sacaron las cosas de la mesas y comenzaron a hablar de cómo cada uno había afrontado lo que estaba pasando y como habían logrado llegar hasta donde en algún momento se había encontrado el centro de aislamiento.

-Nosotros cuando nos enteramos lo que estaba sucediendo en el exterior, porque por suerte estábamos todos adentro de nuestra casa, salimos corriendo a comprar las cosas que necesitábamos para sobrevivir, y cuando nos encontrábamos adentro del negocio entro una señora corriendo gritando que había criaturas raras afuera que estaban comiéndose a la gente y contagiándola. Pocos le creyeron, nosotros que vimos las noticias guardamos todas las cosas y dos segundos antes de que pudiéramos salir entro una de esas cosas al local y mordió al guardia de seguridad y así todos los que estábamos allí entramos en pánico. Salimos corriendo y fuimos rápido hasta nuestra casa nos escondimos allí hasta que vimos el informativo y decidimos salir y el camino gracias a Ezequiel nos logramos salvar gracias a que él nos salvó-explicó Gustavo que a lo último señalo a Ezequiel.

-¿Y cuál es tu historia, Ezequiel?-preguntó Facundo que parecía interesado.

-Yo tengo una esposa y una hija, es decir, tenía. Cuando empezó todo esto en la ciudad yo me encontraba en mi trabajo mientras que Micaela y Magui que así se llamaban mi esposa y mi hija estaban en la plaza. Cuando me enteré de lo que estaba sucediendo fui rápidamente hacia donde estaban mi esposa y mi hija pero no las encontré, en realidad si las encontré pero convertidas en esas criaturas horribles. Después de eso cuando las vi, no podía creer lo que les había pasado. Fue hacia mi casa, aseguré la casa lo mejor que pude y fue a un negocio donde vendían armas pero cuando llegue yo estaban todas las ventanas rotas y vidrios rotos, y no me gustan demasiado las armas tengo una inclinación por los cuchillos y explosivos, los cuchillos completan mi sensación de venganza que tengo hacia esas cosas.

-¿Y tú a qué te dedicas?-preguntó Carlos.

-Era profesor de gimnasia y en el momento en que empezó todo estaba en la estación de bomberos porque soy bombero voluntario-respondió Ezequiel-. Y lo único que quiero en este momento es matar cada zombi para poder vengar la muerte de mi esposa y de mi hija es lo único que quiero y en lo único que pienso. Mi vida solamente tiene un único motivo que es matar a cada criatura de las que está allí fuera.

Todos se quedaron sin silencio sin saber qué decir, al parecer ninguno de las demás personas esperaban que contara esa historia, esperaban otra cosa.

-Yo siento lo mismo que tú, nosotros-dijo Carlos que señaló a Sol-perdí a mi mujer, la madre de Sol. Cuando nos enterábamos de lo que pasaba nosotros estábamos en el trabajo, los dos éramos Senadores y estábamos trabajando, Sol estaba en casa y mientras se puso a asegurarla y lo hizo bastante bien, yo llegue a casa primero y después con un poco de tardanza lo hizo marcela. Pasamos la noche tranquilos en casa y sin ningún inconveniente, a la mañana vimos el informe en la televisión y decidimos que lo mejor sería escapar e ir al centro de aislamiento. Cuando estábamos en la mitad del camino el auto se paró y decidimos seguir corriendo, Marcela que estaba demasiado nerviosa y miraba de un lado para otro no vio un pozo en la calle tropezó y se hizo un esguince. Ella quería quedarse allí diciendo que si seguía con nosotros nos poníamos en riesgo y podíamos retrasarnos. Tanto Sol como yo decidimos que vendría con nosotros la levantamos y seguimos, en un momento vimos que venían zombis detrás nuestro y empezamos a correr lo más rápido posible, nos caímos y Marcela se desmayó, intentamos hacerla que se despierte y no pudimos y empezamos a correr sin ella, cuando despertó nosotros estábamos a media cuadra de distancia pero ya era tarde, los zombis estaban a dos pasos de ella y no podíamos hacer nada.