Me levanté por la luz, no tenía ganas de levantarme. Volteé y vi a Ovidio acostado a mi lado con su brazo por mi cintura. Anoche me sentía mal, tuve un ataque de nervios por mi cuerpo y es porque ya no me siento bien desde que pasó todo esto. Siento que yo no le gusto y que mi cuerpo es feo. Aunque me hizo sentirme deseada, no dejo de pensar en mi cuerpo. Puede que yo ya no tenga su atención como antes, o no sé si antes la tuve.
—¿Qué piensa? —preguntó Ovidio.
—Nada, tengo flojera, pero ya es tarde y tengo que desayunar antes de que vengan a maquillarme
—Bueno, no se diga más. Vamos a levantarnos —dijo Ovidio.
—Tengo flojera
—Porque no se mete a bañar mientras le digo a mi nana que nos haga el desayuno, casi comida —dijo Ovidio.
—Ovidio, quiero hablar de lo de ayer
—La escuchó
—No, porque estuvimos juntos significa que olvide todo
—Se que no lo olvidarás, pero tranquila, yo puedo dormir en otro cuarto o en otra casa. Solo hoy quiero que disfrutemos este día, ¿sí? —dijo Ovidio.
—Está bien —dije.
Después de desayunar, él salió por un asunto, mientras que a mí llegaron los decoradores al rancho. Decidimos hacerlo aquí, pues para qué en otro lugar. Vine a ver la decoración, cómo iba, pero mejor regresé. Quería que fuera una sorpresa. Entré y llegaron los que me arreglarían. Me comenzaron a maquillar.
—Ya llegué. Qué hermosa —dijo Ovidio. Me dio un beso.
—Gracias. ¿Por qué te tardaste? —pregunté.
—Estaba viendo lo de la música
—Bueno, ya ve a bañarte. Faltan minutos para que lleguen
Subimos. Yo me puse el vestido blanco con detalles rosas y azules y unos tacones Jimmy Choo morados. Al salir, Ovidio se cambió y bajamos a recibir a los invitados. Entre ellos estaban sus papás y los míos. La familia de ambos se llevó demasiado bien. Estuvimos disfrutando de los snacks y comida.
Era la hora de revelar el sexo de nuestro bebé. Nos subimos a la tarima, que era el lugar para revelar. Ovidio tenía que aplastar un botón para que se revelara. Me abrazó por la cintura. Comenzó la cuenta regresiva. Al final, lo oprimió y salió
ES UNA NIÑAAAAA!!!!".
Todos corrieron a nosotros y nos abrazaron, y nosotros a ellos. Después de las felicitaciones, llegó a mí Ovidio, abrazándome. Sus lágrimas mojaban mi hombro.
—Gracias, bonita
—Te morías por saber, ¿no? —dije limpiando mis lagrimas
—Y en qué momento puedo pedir mis besitos —dijo.
—Desde ya —dije.
—Es una princesita. —sonrio —Serán dos la reina y la princesa.
La reunión terminó y todos se fueron. Mis papás se quedarían en este rancho. Mañana los llevarían temprano al jet para salir a Sonora, porque tenían un viaje. Convivimos demasiado. Era bastante tarde. Subimos a dormir. Me desmaquillé y me puse una pijama.
—Sabes algo
—¿Qué? —preguntó Ovidio.
—Tenía miedo de que la rechazaras, que no quieras a nuestro hijo por ser mujer, como acostumbran los de este negocio
