» 3 3

586 71 16
                                    

Capítulo 33. Decisiones pt 1

Christopher

Tres años atrás (recuerdo)

¿Qué mierda?—Exclamó. Mis manos están atadas al igual que mis pies. Levantó la mirada arreglando mi visión para encontrarme a Gema frente a mi.

—Mi amor, despertaste.

—Gema, ¿qué carajos? —me remuevo tratando de soltarme del agarre pero es imposible. —¿Qué es esto?

—Mi vida— musita acercándose y alejándose de la oscuridad. — No he sido muy buena contigo

—Eso no me hará cambiar..

Su mano impacta en mi mejilla haciendo que expulse un gruñido por el ardor o mejor dicho por su acción.

—¡¿Estás loca?!

—Loca por mi hombre. —sonrie grandemente. —Eres mio, sácate de esa linda cabecita—su dedo índice esta presionando en mi frente— qué te dejaré ir.

—Tú.

—Shh.

—Gema, suéltame

—Nop.

Carajo.

El recuerdo de como me encerró y me hizo que aceptará estar metido en este raro matrimonio con orgasmo, me hace sentir débil, caí de la manera tan baja pero por el momento no me arrepiento.

Gema, mi Diosa, mi morena es maravillosa, es lo mejor que me ha pasado.

A solo tres años todo ha cambiado, Gema se la pasa más en Londres conmigo, hace pequeños viajes a Rusia e Italia para ver a las otras cucarachas.

En estos momentos la tengo a mi lado mientras acaricio su mejilla ¿Cómo estaba pensando en abandonarla.?

—¿Qué haces despierto?

—Recordaba.

—Duerme, Christopher. Mañana estaremos en Rusia.

Arrugo mi ceño y ella suelta una pequeña risa perezosa. Sabe cuanto odio ir allá y tener que compartirla pero ella es feliz.

—Está bien.

Papá.

Fruncí mi ceño cuando en mi otro extremo esta Asher llenando de saliva mi brazo y sobre mi Amelie murmurando qué sabrá que. —Está loca.

—Chris —me regaña Gema

—Acéptalo, Diosa. Nuestra hija es un mini tú, loca.

—Idiota.

Al día siguiente

Mi cara de frustración mostraba lo mucho que ya quería llegar a Rusia, notasen mi puto sarcasmo. Cuando el Jet aterrizó, solo quise gritar de enojo, ya tendré que rendirme con tal de alejarla.

Los minutos fueron incontables y ya estaba en la maldita mansión Romanov, mi ceño se frunce cuando veo como mi esposa besa a el boss con tanto amor.

Así no me beso esta mañana.

Legión

—Boss.

Sigo en silencio cosa que hasta a mi me sorprenden, pero si digo algo o me pongo a pelear con el ricitos de oro, esto terminara en los golpes como la última vez.

God is a Woman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora