Capítulo 16

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Deseaba matar a alguien.

Ya había hecho la tarea de biología y ahora estaba tratando de cumplir mi castigo, pero no lo estaba haciendo demasiado bien.

Al principio, el castigo de la directora no me había parecido muy malo, algo con lo que entretendría un rato y tomarme el día relajadamente. Ordenar los libros que habían sido devueltos y colocarlos en su lugar correspondiente, ¿qué podría pasar? Y con aquel, había terminado biología y había comenzado a hacer el trabajo con toda la inocencia del mundo.

Inocencia que se quebró en mil pedazos en menos de tres segundos.

¡Aquella biblioteca era un maldito laberinto! Había cientos de estanterías que parecían no acabar nunca, en las cuales había millones de libros ordenados en orden alfabético, que a su vez están ordenados por género y que, al mismo tiempo, estaban organizados por autor y fecha de publicación. ¡Encima no estaba bien señalizado! En aquel sitio no había diferenciación entre donde terminaba la sección de la letra "C" y donde empezaba la "D". Llevaba media hora tratando de localizar la zona de libros históricos cuyo título comenzaba por "E" y ni siquiera había encontrado la letra "E".

Dentro de poco lloraría.

Para colmo, por si no era ya suficientemente malo todo, iba arrastrando el carrito repleto de libros por todos lados, pareciendo una completa estúpida. Sin embargo, mirando el lado positivo, porque mi pobre mente inocente necesitaba encontrar algo positivo, el carrito tenía las cuatro ruedas en perfecto estado y no era difícil de llevar, aunque eso no me ayudaba a colocar los libros.

¡Por fin!

Señoras y señores, denme un aplauso porque he logrado encontrar la maldita letra "E" de una vez por todas y dentro de poco ya tendría colocado aquel gordo libro de páginas amarillas que olía a moho. Cuando encontré el lugar exacto en el que debía ponerlo una sonrisa aliviada se formó en mi rostro y realicé un baile de la victoria después de colocarlo.

– Te veo muy feliz a pesar de que todavía tienes que colocar todo ese montón.

Me giré sobresaltada, dejando de bailar al instante.

Apoyado contra mi carro de libros había un vampiro que aparentaba tener veintidós años, con el pelo castaño apagado despeinado, ojos verde claro, labios algo gruesos y sonrosados y que lucía una barba de dos días. Tenía puesta una polera de manga larga azul oscuro que se ceñía perfectamente a su cuerpo, unas deportivas negras y unos vaqueros. Metió las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y sonrió algo divertido.

Eso lo hizo más sexi de lo que ya era.

– Estoy feliz porque al menos he logrado colocar uno – hablé, tratando de recomponerme del susto.

– Te entiendo – empezó a acercarse a mí –. A mí también me costaba al principio.

Se rio de un chiste interior mirando a su alrededor.

– ¿Estudiaste aquí? – pregunté.

– Sí – respondió –. Tres años bastante moviditos. Una pena que no estabas aquí en esa época – me miró de arriba abajo y una sonrisa pervertida apareció en su cara –. Lo habríamos pasado bien. No recuerdo a ninguna tan guapa cómo tú en mis años de estudiante.

– ¿Tres? – intenté omitir sus comentarios –. Se supone que hay que estar cinco años aquí.

Se echó a reír hasta que la bibliotecaria apareció en un extremo del pasillo y lo mandó a callar.

Herida. Wounded. [INTERRUMPIDA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora