Los días pasaron.
Cada uno se adaptaba a nuestra nueva situación de forma distinta, todos a su manera, pero igualmente adaptándose. Durante los tres días siguientes Jul no fue la misma a pesar de que intentaba disimularlo por todos los medios posibles, pero es que se notaba un gran cambio entre la antigua, activa y divertida, a la de ahora, silenciosa y pensativa. Todos lo notaban, tanto dentro como fuera del “grupo’’, pero nadie preguntaba, nadie opinaba, así que nadie hablaba. Al principio yo había intentado entablar conversación con Jul, pero pronto me contagió su estado de tristeza y estuve tan e incluso más callada que ella. Me pasaba el día de clases a mi habitación y de mi habitación a clases. No salía ni para comer, y es que con una cocina en mi habitación, ¿quién necesitaba salir?
Además, si quería evitar a Kile, debía estar el menor tiempo posible en los pasillos.
Me había dedicado a esquivarle todo el tiempo, y he de decir, que resultaba bastante difícil. Durante sus horas de clases solo tenía que permanecer en mi cuarto, pero cuando era yo la que asistía a clases, resultaba ser un auténtico infierno. Siempre, justo antes de que sonara la sirena que indicaba el cambio de hora, él estaba allí, en la puerta de cualquiera que fuera mi clase.
En serio, me esperaba en TODAS.
Ni siquiera entendía cómo es que no se había enterado de que, durante la última hora de clases, en los entrenamientos, no hacía absolutamente nada, sino simplemente observar como los otros se pegaban entre ellos. Aunque tampoco me importaba, porque cuánto más tarde lo supiera mejor, pero si no lo averiguaba nunca, tampoco me quejaría la verdad.
En cuanto a los directores, nadie les vio en esos tres días. Se habían encerrado en el despacho y nadie sabía qué sucedía allí dentro, y como no, eso dio lugar a un sinfín de rumores falsos. El más absurdo era el que decía que ambos estaban liados y que se habían encerrado allí para no ser molestados, pero pocos se creían ese completamente, ni siquiera el que se lo había inventado. ¿Pero quién demonios estaba tan mal de la cabeza como para inventarse esa barbaridad?
Bueno, y volviendo al mundo real, en aquel momento me encontraba en mi clase de entrenamientos, específicamente en las gradas del gimnasio, más aburrida que una ostra en donde mi único entretenimiento era ver como unos imbéciles se pegaban mutuamente como niños en el patio del colegio. Y es que aquellos chicos lo único que sabían eran los movimientos básicos de defensa personal, pero en cuanto a lo de usar armas, estacar o dar una patada voladora, pues no tenían ni idea. Tan solo les faltaban un par de años para salir de aquel lugar y convertirse en auténticos guardianes y al paso que iban no podían ni defenderse a sí mismos cuanto más a un noble o cualquier otra persona.
– ¿Por qué pones esa cara? - susurró alguien en mi oreja y entonces Kile se sentó a mi lado, muy, muy cerca.
– ¿Qué haces aquí? - pregunté.
– Te hago una visita - contestó él mientras pasaba el brazo por detrás de mi espalda.
Me alejé.
– Entonces dime - dijo sin acercarse -, ¿por qué pones esa cara?
– ¿Qué cara?
– Esa que tenías hace momento, mientras mirabas a los otros entrenar - dijo -. Parecías molesta y al mismo tiempo desagradada. ¿Es que tienes ganas de empezar a entrenar?
– Primero - dije -, sí tengo ganas de entrenar, pero no con esos de ahí abajo. Ellos ni siquiera entrenan y es que lo que hacen no se puede llamar entrenar.
– ¿Estás enfadada? - preguntó cambiando de tema de repente -. Pensé que estarías bastante feliz.
– ¿Y eso por qué? - pregunté.
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Herida. Wounded. [INTERRUMPIDA TEMPORALMENTE]
VampireDaniela tiene una vida complicada. A sus diecisiete años ha vivido más de lo que desearía y pocas de esas cosas eran agradables. No era nada fácil ser la hija de dos cazadores de vampiros profesionales y menos cuando estos querían que ella fuera uno...