– ¡Oh, Kile! - dijo la enfermera en cuanto él abrió la puerta de la enfermería -. Cuanto tiempo, pensé que no te volvería a ver.
La enfermera era una vampira esbelta de ojos pardos, pelirroja de pelo liso. Tendría alrededor de los treinta y largos, pero sus sonrosadas mejillas le daban un toque infantil, aunque seguramente lo que más llamaba la atención de los chicos eran sus voluminosos senos.
Sin percatarse de mi presencia todavía, la enfermera paso sus brazos alrededor del cuello de Kile y yo aproveché su momento de distracción para liberarme del agarre de su mano. Este gesto hizo que él volviera a recordar que yo estaba allí e intentó volver a sujetarme, pero pasé al lado de ambos tortolitos, poniendo a la enfermera en medio de nosotros dos.
– Espera, Dani - dijo Kile.
– ¿Y esta chica? - preguntó la enfermera mirándome -. Cariño, hay algo que se llama ducha - añadió, y señaló mi ropa.
Me miré y vi que mis manos y mi ropa estaban cubiertas de sangre, al igual que la daga que todavía sostenía.
– En fin - dije -, dejando a un lado mi aspecto, necesito calmantes y pomada.
– ¿Y qué te ha pasado, señorita? - susurró una dulce y masculina voz en mi oreja.
Me giré para ver a un guapísimo vampiro vestido con una bata blanca. Tenía el pelo liso como el de la enfermera, pero el de él era castaño al igual que sus ojos, ojos que me miraban fijamente.
– Digamos que acabo de matar en el comedor a una vampira del clan este que nos amenaza - dije yo en un intento por resumirlo todo.
– ¿Y por qué estás aquí? - preguntó -. ¿Acaso esa sangre es tuya? - señaló mi atuendo.
– No - contesté -. Pero sí que me he pegado un porrazo en la espalda contra una de las mesas - por la cara que puso, esto al parecer no le pareció una lesión tan grave como para presentarme en la enfermería, así que me vi obligada a dar más detalles -. Bueno, he salido volando a gran velocidad y tras sobrepasar dos enormes mesas he impactado fuertemente contra la tercera.
Le miré escéptica, cansada de dar explicaciones y es que el dolor aumentaba por momentos.
– Entonces tengo que examinarte - dijo mientras me rodeaba la cintura con un brazo y me llevaba hasta la camilla -, para determinar la gravedad. Quítate la blusa y siéntate.
Sentía los ojos de Kile clavados en nosotros, taladrándonos con la mirada, sobre todo cuando yo empecé a desabotonarme la blusa. Una vez me la quité observé mejor la mancha de sangre, y supe que ya aquella blusa no me serviría para nada.
– Siéntate - dijo el vampiro mientras rodeaba la camilla para verme la espalda -. Vaya…
– ¿Qué? - pregunté.
– Tienes una gran parte de la espalda morada - dijo y acarició la parte de mi cuello - y bajando por esta zona - continuó mientras deslizabas sus dedos por debajo del sujetador - está algo inflamado.
Gemí cuando rozó la zona en la mitad de mi espalda y Kile me miró fijamente. Su mirada era intensa e implacable, haciéndome casi imposible apartar la mirada, pero esa atracción fue sustituida por el dolor que sentí cuando el médico ejerció presión sobre la supuesta zona inflamada.
– Lo que pensaba - dijo él mientras volvía a rodear la camilla para ponerse enfrente de mí -. Tienes la espalda tensa por eso tienes esa pequeña inflamación, pero por lo demás solo es el dolor del golpe, no hay nada grave - miró a su alrededor y se dirigió a una enorme estantería llena de cajones, de donde sacó pomada y calmantes.
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Herida. Wounded. [INTERRUMPIDA TEMPORALMENTE]
VampirosDaniela tiene una vida complicada. A sus diecisiete años ha vivido más de lo que desearía y pocas de esas cosas eran agradables. No era nada fácil ser la hija de dos cazadores de vampiros profesionales y menos cuando estos querían que ella fuera uno...