Especial de Navidad

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La víspera de Navidad envolvía al castillo de Liones con un aire festivo

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La víspera de Navidad envolvía al castillo de Liones con un aire festivo. El gran salón estaba decorado con guirnaldas, velas y un árbol de Navidad tan alto que sus ramas casi tocaban el techo. En medio de la multitud, Guinevere contemplaba las luces parpadeantes con una expresión pensativa.

A su lado, Lancelot llevaba un plato rebosante de comida.
—No puedes pasar toda la noche soñando despierta, Gwen. ¿Qué ocurre? —preguntó él, inclinándose ligeramente hacia ella.

Guinevere sonrió, pero su mirada se mantuvo distante
—Nada. Solo... esta época siempre me hace reflexionar... sobre todo lo que queda por hacer.

Lancelot, con una mezcla de curiosidad, se sentó a su lado.
—No tienes que sobrecargarte , ¿sabes? Aquí estoy.

Antes de que ella pudiera responder, algo extraño captó su atención. En el centro del salón, junto al árbol de Navidad, se encontraba un cascanueces de madera. Era imponente, casi de su tamaño, con una armadura dorada que parecía más real que decorativa. Su aspecto era hermoso, con cabello castaño y ojos azules apagados que parecían seguir los movimientos de quienes se acercaban.

—Eso no estaba ahí antes, ¿verdad? —murmuró Lancelot, entrecerrando los ojos.

Antes de que Guinevere pudiera contestar, las campanas del reloj marcaron la medianoche. El aire en la sala cambió; un frío extraño recorrió el lugar. De repente, el cascanueces se movió.

—¡Ayuda! —gritó con una voz profunda que resonó en todo el salón—. El Reino de los Sueños está en peligro.

Antes de que pudieran reaccionar, el suelo bajo sus pies desapareció. Guinevere sintió que caía, mientras el mundo a su alrededor se convertía en un remolino de luces y sombras.

 Guinevere sintió que caía, mientras el mundo a su alrededor se convertía en un remolino de luces y sombras

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Cuando Guinevere abrió los ojos, se encontró en un paisaje completamente diferente. La nieve cubría el suelo, pero no era como la del mundo real. Brillaba con un resplandor mágico, como si estuviera hecha de polvo de estrellas. A su alrededor, árboles altos con hojas plateadas formaban un bosque encantador.

—¿Dónde estamos? —preguntó Lancelot, ayudándola a ponerse de pie.

—El Reino de los Sueños —dijo el Cascanueces, que ahora tenía el tamaño de un hombre y sostenía una espada reluciente—. Este lugar es la fuente de la magia que da vida a los sueños y esperanzas del mundo. Pero está en peligro.

La dama de las flores ¦ Four Knights Of The ApocalypseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora