Travis
—Entonces, ¿me estás diciendo que eres dueño de un rancho? —cuestiona, inclinada hacia al frente con la copa de vino en la mano.
Asiento, dándole otra pasada de pintura a la pared.
—¿Con animales, borregas y vacas? —sigue sin creerme, lanzando más preguntas para verificar si está en lo correcto.
La comisura de mi boca se eleva, mostrando una sonrisa a medias.
—Así es —afirmo.
—No puedo creerlo, jamás he visto a alguien que sea...
Lo piensa por un segundo, repasando algo dentro de su cabeza.
Elevo una ceja, examinándola. Me encuentro tentado a acercarme para comprobar si se encuentra bien.
—Bueno, en realidad, ni siquiera he conocido a alguien que provenga de un lugar como un rancho. ¿De verdad un rancho? ¿Con animales que apestan y te patean el trasero?
—Si, señora. Hay de todo como caballos, cerdos, todo lo que puede imaginar —explico.
—¿Y qué haces aquí? —señala a nuestro alrededor.
Dejo el rodillo que uso para pintar a un lado, teniendo cuidado de que no escurra sobre la alfombra.
Suelto un suspiro, mirando lo que me rodea. Hace un par de años jamás creería que terminaría en un lugar como este, pensando que siempre viviría en el rancho hasta el día en el que tu vierta que abandonar este mundo.
—Mi esposa tiene un trabajo aquí, debo acompañarla por una temporada, después volveremos al rancho.
—Sigo sin poder creerlo —confiesa, sorprendida—. Pensé que era uno de esos tipos que ya no saben que mas hacer que se obsesionan con una moda. Claro, el sombrero te da estilo, pero... Dios, nunca pensé que serias un vaquero de verdad.
Suelto una carcajada, divertido por la situación.
—Vengo de un lugar muy lindo, debería ir de vacaciones —ofrezco, retomando el rodillo—. Puedo enseñarle los alrededores, siempre se obtiene una buena vista al amanecer.
Se queda en silencio, observándome con algo inusual en sus ojos, un brillo que esta lejos de ser de felicidad, como si algo la agobiada, persiguiéndola hasta orillarla a un lugar oscuro.
—No lo creo. No es un lugar para mi —termina diciendo con una gota de tristeza.
—Es un rancho, cualquier persona es bienvenida —intento razonar—. Cuando quiera escaparse de este lugar, ya sabe dónde encontrarme.
Tomo un sorbo de cerveza, hidratándome.
—¿Ya tiene un nombre para el bebé? —cambia de tema.
Quito el sudor de mi frente, recordando que aun no he hablado de eso con Hanna, tan absortos en otras cosas que, dejando a un lado el hecho de que no nos hemos organizado respecto a los detalles de nuestro pequeño.
ESTÁS LEYENDO
Nuestra Vida Soñada
RomanceEl felices para siempre puede venir en diferentes formas, al igual que con diversos problemas. Con la llegada de un nuevo bebé, las dudas comienzan a saltar, no solo para Hanna, también para Travis, quien no quiere cometer ni un solo error al tratar...