Capítulo 09

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El agua fría cae y los músculos se contraen. Respiro con dificultad. La sensación de quemazón en la garganta no se va y el hormigueo sigue estando allí, en mis pies y manos. Me siento asfixiada.
No creo ser capaz de soportar la situación. En primer lugar, ni siquiera sé cómo terminé en la casa de Christopher. Es insólito. ¡Inapropiado! Sí se llegase a enterar mi padre estoy arruinada. Peor aún. Aunque tenga sus defectos amo a Noah, o eso creo hacer. Siento que esto es una traición a mí misma.

«Es una locura.»

—Llamaré a Charles —anuncio cuando ingreso a la sala—. Mi salida es apresurada, pero debemos evitar generar rumores innecesarios.

—No tienes que...

Me apresuro a detenerlo al levantar la mano.

—Deténgase.

Hago una pausa larga, ya que no me encuentro en buenas condiciones para establecer una conversación. Entonces me apresuro a decir apesar de las náuseas y los dolores de cabeza:

—Solo tendremos conversaciones que tengan que ver exclusivamente con la construcción del edificio en Hawái.

La mandíbula de Christopher se tensa en ese momento. Supongo que oír mi orden no es para nada agradable. Sé que es un buen hombre. Lo asumí cuando me consoló a pesar del desastre en el que me había convertido. Su mano, tan inmensa como su calidez, acarició mi cabeza y espalda con dulzura. La que no sabía que necesitaba y me enferma saberlo, ser consciente de ello es asqueroso.

—No es apropiado.

Mi lengua parece entumecerse, por lo que hago una pausa dramática. Ella está cargada de ansiedad y angustia. La necesidad de ver aquellos ojos profundamente claros oscurecerse me deja sin aliento. No entiendo qué está pensando sobre esto, sobre mí. Pero estoy obligada a poner una barrera entre nosotros antes de que sea tarde. No puedo permitirme ser desleal, no a Noah, a mí. Esto se trata de mí.

—En poco tiempo. —Me cuesta respirar—. Seré una mujer comprometida.

Él se pone de pie, ambos nos enfrentamos en un duelo de miradas. La atmósfera es pesada, porqué he sido apresurada, más que eso. Fui inconsciente, por un momento me dejé llevar y deseé algo que no me correspondía.

—Adiós.

Me doy la vuelta para marcharme. Los tacones resuenan en la cerámica mientras la angustia me genera náuseas, ya que el nudo en la garganta crece de manera desmesurada.

—No me considero un hombre cobarde, Ekaterina.

Giro por completo. Sus palabras producen un impacto significativo, difícil de creer. Me roba el aliento con su audacia.

—Por favor —suplico en un hilo de voz—. No hay razón para... hacer algo estúpido.

Él se acerca, pero me alejo.

—No deseo faltarle el respeto —susurra en voz baja—, pero poner barreras innecesarias hará que sea aún más caprichoso.

La rigidez me obliga a cerrar los puños con fuerza con el objetivo de apaciguar la tensión. No puedo evitarlo. Sé que está mirándome como aquella vez en el ascensor. Una mirada difícil de ignorada, y tan fácil de querer que se aparte por lo tóxica que es. Me hace sentir expuesta, desnuda en todo el sentido de la palabra.

«¿Qué clase de conversación estamos teniendo?»

—Su interés es absurdo, Sr. Parker.

—Y el suyo me es puro interés, Srta. Wright.

Bajo la cabeza. Noah tenía razón. Desde un principio él tuvo estás intensiones, y no se tendrá hasta que termine con lo que empezamos. Es un hombre dulce, pero no puedo aceptarlo, porque mis acciones responden a la persona que elegí.

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⏰ Última actualización: Feb 26 ⏰

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Dulce Sueño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora