Capítulo 02

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En la vida hay simples acciones que logran hacer sonreír a las personas como lo es recibir un regalo, aquel en donde la otra parte puso de sí con el objetivo de hacerte feliz al tener en cuenta lo que te gusta y disgusta. Para mí, caminar descalza por mi hogar logra calmar la agitada vida que llevo cada vez que piso el exterior de él.

Un momento que —por más básico y tonto que sea— me hace feliz.

Al llegar a casa tuve que quitarme aquellas prendas ajustadas, el brasier quedó por ahí, al igual que el traje confeccionado a medida. Ahora mismo, visto una sudadera holgada tres dedos sobre las rodillas que oculta mis muslos y las bragas.

—Llevaré un vestido —analizo la prenda de tela fresca con un escote recto, está diseñado para que se marque mi cintura y se acople a mis caderas—; azul —suspiro.

Laura libera un chillido del otro lado de la línea.

—¡Me encanta!

—Lo sé. A menudo sueles decirme que es un color que te fascina.

—¿Al cuerpo?

Blanqueo la mirada.

—¿Qué clase de pregunta estás...?

Me interrumpe al gritar, por lo que alejo el celular de la oreja.

—Mi tiempo es oro, ¿si o no?

—Sí.

Ella finge gruñir y, sin querer, una curva nace en la comisura de mis labios. «Eres exagerada.»

—No seas ocurrente —titubeo, ya que conozco a mi mejor amiga.

—No, tú no lo seas. ¡Katya! —de nuevo, repito la acción de separarme del móvil—. Tú eres una mujer hermosa, ¡el maldito de Noah te está reteniendo! ¿Acaso no lo ves por ti misma?

Camino hacia el jardín, a pesar de sentir como mis piernas se erizan por el frío y me siento al borde de la piscina a fin de que mis pies toquen el agua climatizada.

—Soy consciente, pero aún no tengo las fuerzas de cambiar de página.

Mi voz tiembla en el momento que le confieso a Laura mis pensamientos, ya no puedo seguir ocultando lo que guardo en mi garganta hace mucho tiempo. Pero por alguna razón me siento aterrada de terminar con todo lo que he construido.

—Seré sincera contigo antes de que me digas que tenías razón... yo... tengo miedo.

Oprimo los labios, moviendo con cuidado el agua mientras me llevo una mano hacia la cabeza y me recuesto en el suelo para ver las estrellas.

—Tengo miedo de dejarlo ir y no soportarlo —mis ojos se llenan de lágrimas y hago una mueca—. No sé qué... —me quiebro porque no quiero seguir sintiendo esta presión en el pecho—. Dime qué hacer, Laura —lloro asustada, cerrando los ojos mientras las lágrimas se deslizan por mis mejillas.

—Oh... Mi Katya... —murmura por lo bajo estrujando mi corazón—. Sé que estás aterrada, también entiendo que para ti Noah lo ha sido todo desde el principio. Pero primero nosotras somos amigas y si tengo que decirte que ya no eres la misma, voy a decírtelo... —decide hacer silencio para recobrar la compostura—. Esta situación te ha cambiado y temo por tu salud. Katya, ya no sonríes.

Su voz se quiebra y en ese instante sé que lo he dejado todo para vivir por los demás. ¿Por qué? ¿Por qué me detuve a fin de que alguien más camine a mi lado? ¿Por qué perdí mi esencia? ¿Por qué permití que me humillaran cuando lo único que quería era amor?

Ambas guardamos silencio. «Lo sé. Sé que muchas cosas han cambiado en mi vida y por esa razón quiero volver a ser la de antes. Amo a Noah, pero me extraño.» Observo el cielo. No puedo evitar sentir melancolía mientras lloro en silencio en compañía de mi mejor amiga, quien siempre estuvo ahí y me vio en innumerables ocasiones caer al suelo. Ella más que nadie sabe las veces que mi vida se derrumbó y también todas aquellas en donde tuve que ponerme de pie sola.

Dulce Sueño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora