De regreso a Casa

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- Te voy a extrañar tanto amiga, estos meses que vivió con nosotras han sido geniales- Dijo Johanna-

-  no, todavía no quiero despedidas, no ves que yo soy la primera que se va a poner a llorar como loca. Ayúdame con las maletas, tengo mucho que ordenar y no sé por dónde empezar.

- Estás triste por todo lo que ha pasado con el boricua, ¿ verdad? ¿Tanto así lo quieres?

- Si supieras todo lo que lo quiero,  creo que sí el supiera no estaría allá, estaría  aquí conmigo.

- Deberías decírselo, quizás está esperando lo mismo que tú. Quizás a él le asusta lo que está sintiendo y por eso siempre se aleja de ti. ¿No te has puesto a pensar en eso?

- Yo creo que simplemente le doy lastima , y además él sabe que haga lo que haga siempre le perdonaré

- Llegando a Chile deberías considerar olvidarlo entonces

- Creo que eso debe ser lo mejor, también lo he pensado mucho, pero siempre que lo intento el regresa! Es como si mis ganas de tenerlo conmigo lo hicieran buscarme. Es como si el sintiera necesidad de volver a buscarme. No sé porque lo hace, y aunque quisiera saberlo jamás se lo preguntaría.

- Deja que el tiempo hable por ustedes- y me abrazó- Que gran amiga había conocido, ella era una buena persona y muy honesta, eso yo lo valoraba mucho en una persona.

Hacer las maletas no fue nada fácil. Las ganas que tenía de regresar a mi país eran inmensas, pero a la misma vez se me hacía tan difícil volver, sabiendo que lo que había venido a encontrar no estaba ni siquiera cerca de mí. Odié tanto mi mala suerte, odié tanto la distancia. Estaba empeñada siempre en ponernos lejos el uno del otro. La amistad con él estaba mejorando un poco, ya no lo notaba tan distante como antes, por primera vez sentía que yo si le importaba. Eso me encantaba, de cierta manera me hacía creer que sentía algo por mí.

De todos esos años que nos conocíamos, siempre tuve la idea de que era ese amor que todas esperamos que llegue, y era tan extraño que precisamente fuera él que estaba tan lejos de mí y que la mayoría de las veces me hacía sentir como si yo fuera lo peor de la tierra. Era un amor tonto, pero más tonta era yo que cada vez que el regresaba olvidaba todo lo que me había hecho sufrir. Creo que mi necedad no había jugado nunca a mi favor.

El día que tuve que regresar en el aeropuerto se formó un concierto de lágrimas. Erámos como las magdalenas, toda la gente nos miraba con cara de "pero y quien se murió" Johanna y su mamá me tenían abrazadas y las tres llorábamos a sollozos. Partir de aquél país no solo se robaba todas mis expectativas si no también la ilusión que me había hecho ir ahí. Durante las 7 horas que duraba el viaje me puse a analizar cada cosa vivida, los buenos momentos, los malos, sabía que tenía que dejar atrás un montón de cosas que claramente no me hacían para nada bien. Me puse los audífonos de mi mp3, le dí play y comenzó a sonar "the Scientist" de Coldplay

Come up to meet you, tell you I'm sorry

You don't know how lovely you are

I had to find you, tell you I need you

Tell you I set you apart

Tell me your secrets and ask me your questions

Oh, let's go back to the start

La letra era tan precisa y retumbaba en mis oídos una y otra vez que no pude evitar que me saltaran las lágrimas, ay mi Jona-Pensé- si supieras todo lo que he tenido que callar estos 8 años, de seguro vendrías a pedirme perdón por haberme hecho tanto daño. Sé que en el fondo sabes todo lo canalla que has sido conmigo, y solo espero que no te satisfaga pensar en ello, pues créeme, he sido quien a pesar de todo, jamás tendría ni la más mínima intención de cambiarte, porque con todos tus defectos, con todos tus fantasmas, con todos tus errores, te he amado más que a mi propia dignidad- Una turbulencia hizo que mis pensamientos aterrizarán ¿Qué me estaba pasando? ¿Estaba enloqueciendo? Al escuchar la canción mi mente se puso a imaginar que era él quien venía a cantarme esta canción, arrepentido por haberme dañado tantas veces. Qué ridícula tengo que haberme visto tarareando la canción y poniendo caras de quizás que cosa que el señor que iba a mi lado me estaba mirando con cara de chimpancé asustado. Solo espero no haber estado hablando en voz alta, no quiero ni pensar en toda la cantidad de cosas que pude haber dicho.

Bajé del avión y al saber que estaba ya en mi tierra me dieron unas ganas locas de correr, volverme a subir y devolverme, hasta que divisé a mis hermanas y mis padres esperando por mí. Corrí a abrazar a mi mamá que no paraba de llorar por verme de vuelta y con "vida", mientras mi papá y mis hermanas venían a mi encuentro.

Era extraño estar en casa luego de vivir en otro país, era extraño estar en mi cuarto, ese que me había visto tantas noches desvelada, era extraño sentarme frente a mi escritorio. Todo estaba tal cual como lo dejé, en las paredes pintadas de color blanco aún colgaban unas fotos que tenía con Daniel, y el cajón del escritorio un par de cartas en borrador que había hecho para Jonathan antes de irme a Costa Rica.

En esos momentos no quería salir, necesitaba ordenar mis pensamientos. Eran pasadas las 8 de la tarde, en Chile era pleno verano, pero aun así y con todo el calor que hacía decidí acostarme temprano. Apagué la luz, y abrí la ventana de mi cuarto. A esas horas de la noche hacía bastante calor, pero corría una brisa exquisita. En Santiago no es muy común ver todas las estrellas que hay en el Cielo, pero esa noche, como si fuera particular, no solo habían muchas estrellas, si no también una Luna llena que iluminaba todo el techo de mi terraza.

Encendí un cigarro. Hace meses que no lo hacía, pero lo necesitaba. Mis pulmones, mi alma y mi corazón lo necesitaban. Puse música desde mi computador y estuve sentada ahí mucho rato, deben haber sido horas quizás en que estuve contemplando la luna, y era como si alguien más hubiese estado ahí conmigo. Me habría encantado poder mirar a través de ella, me habría conformado con tan poco.

Bah- Suspiré- nada de esto vale la pena, nada.

Me acosté en mi cama aún con la ventana abierta de par en par, la luz aún llenaba todos los espacios de mi habitación y cerré los ojos, para ver si en sueños aunque así fuese, me encontraría con mi amor. Los sueños que tenía eran los únicos que me permitían estar con él. 

La arena estaba caliente, era blanca y acariciaba suavemente mis pies. Corrí, corría mucho como buscando algo. Sabía que estaba por ahí pero no podía verlo. Mi vestido era largo, de gasa color marfil. Hacía bastante calor. Entraba al hotel, todo ahí era de color blanco. Comencé a armar mi maleta para marcharme pero algo en el fondo de mi corazón me decía que no me marchara de ahí, que tenía que esperar. La puerta de mi cuarto se abrió bruscamente, cuando Jonathan entró en él. No pude hacer nada más que abrazarlo, y el hizo lo mismo. No había sentido nunca que existiera un mejor lugar que estar entre sus brazos. Solo dejamos que nuestros cuerpos hablaran por si solos y permanecimos abrazados, sin decir nada. Con ese contacto, no solo sentía que me pedía perdón por todo lo que había pasado, sino que también que su amor era el mismo que yo sentía.

Entonces... desperté.


Yo Sí te queríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora