Alejate de mí

90 3 1
                                    

Ahora que estaba sola, nada podía salir mal. Me pasé un tiempo dedicándolo solo para mí y aprendí con el pasar del tiempo que si no me quería a mí misma no podía pretender que otro lo hiciera conmigo y que todos los años de relación me habían enseñado a no esperar nada de nadie y tampoco a pretender que la gente cambie, que debemos aceptarla tal cual es sin deseos de cambiarla.

Con el pasar de los días lo único que quería era contarle a Jonathan que mi relación con Daniel había terminado definitivamente, pero no se conectaba.

No podía explicar por qué lo quería de la manera en que lo estaba queriendo, pero sabía que todo lo que sentía por él, era porque yo conocía su forma de ser, lo físico había pasado a un último plano, yo conocía su centro, su forma de ser. así sin más yo lo quería con cada vértebra de mi cuerpo .

En la tarde de ese día sábado fui a mi computador a ver si tenía algún mensaje de él, pero no se había conectado en todo el día. Ya cuando era de noche y yo escuchaba música mientras leía lo vi conectarse.

Jonathan ha iniciado sesión

Corrí a escribirle

-¡Hola! ¿todo bien?

Jonathan está escribiendo...

-Yep, todo bien...

- ¿Pasa algo?

- Estoy ocupado ahora, luego te llamo.

Y se desconectó.

Nunca llamó.

Supuse que podía ser que estaba con algún problema, así que no le tomé mayor atención.

Pasaron días, quizás semanas en que no se conectó. No sabía que podía haber pasado. Puede ser que le molestara que le dijera que lo quería y eso hizo que mantuviera distancia. 

Desde aquella vez, su manera de ser conmigo cambió, y sospeché que podía tener algo con alguien y era lógico, vivíamos a miles de Kilómetros de distancia y sabía que podía pasar algún día. Se conectaba pero casi no me escribía, y cuando lo hacía yo veía cierta molestia para contestarme. Así fue la primera vez que se enojó conmigo, vaya a saber por qué razón y me eliminó de Msn.

Los días se me hicieron eternos... eternos era poco. Hasta que un día dije no más. Decidí volver a vivir,  a conocer otra gente, y aun así él siempre estaba ahí. Mi mente y él se habían hecho los mejores amigos. No podía dejar de pensar en él!


Sin saber por qué y sin esperarlo tampoco  varios meses más tarde él me buscó nuevamente. Seguimos tan amigos como antes. Nunca hablamos de amor, nunca hablamos de juntarnos, ni el de venir a Chile ni yo de ir a Costa Rica, lo único que yo me limitaba a decirle era lo mucho que lo quería. Sabíamos lo que sentíamos, pero ninguno de los dos jamás propuso unirse. Creo que ambos teníamos miedo. La sutil y especial conexión que teníamos era suficiente. Llevábamos tantos años hablando, nos conocíamos tanto. Cada año yo le escribía una carta y se la enviaba con algún recuerdo. Yo me quedé esperando alguna carta suya, pero nunca llegaron.

 Esa tarde y después de ponernos al día con nuestras vidas encontré un artículo que hablaba sobre las conexiones que habían entre ciertas personas, y donde comentaban que cuando nacíamos lo hacíamos con un hilo rojo atado al dedo meñique de otra persona en cualquier parte del mundo, y pasara lo que pasara ese hilo jamás se rompería.

- Hey! mira lo que encontré:

"Cuenta una leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse tienen un hilo rojo atado en sus dedos. Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla, ni siquiera importa si vives en la otra punta del mundo: el hilo se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá.

Yo Sí te queríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora