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Empezaste a ser popular, te invitaban a fiestas y salías a bailar. Le empezaste a agarrar el gusto a la música fuerte, a las luces que te dejaban ciego, a los vestidos cortos, a los labios rojos, al vodka... te encantó descubrir ese mundo, te sentiste en casa por unos segundos, sí ¿y después de eso qué pasó? ¿Quién te cuidó? ¿Quién se preocupó por vos? ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién?

Me sorprendió bastante tu reacción cuando me viste con el pelo planchado por primera vez, te quedaste mudo, me tenías ganas. Pero no era amor. Nunca lo fue.

Ese día me di cuenta que nuestros besos nunca tuvieron el gustito de un futuro juntos, ni siquiera tuvieron gustito a algo, solo a saliva y chicle de menta, o eso quiero pensar... me encanta mentir sobre nosotros. Es lo único que puedo hacer sin derrumbarme.

Ese día me di cuenta de que si presionaba los botones correctos, podía tenerte en la palma de mi mano. Y por eso no era amor, porque el amor no significa dominar, no significa que uno tenga más poder que el otro, sin embargo me gustó el juego, me gustó bastante.

Me calentaste hasta las pestañas con unas manos traviesas que nadie podía ver, suspiros seductores y besos en el cuello. 

Era fácil en ese entonces.

Me encantaba tener ese poder sobre vos.

25 Excusas [#Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora