Capítulo 2.

241 11 10
                                    

Faltan tres días para mi fiesta de cumpleaños y aun debo dar un final de Política, ir a hacer mis horas comunitarias en el orfanato y dar seis horas de clases de violín, siete horas de piano y cuatro de guitarra. Mis hermanos se están encargando de todos los preparativos según cómo les indiqué, así que no debo preocuparme demasiado. Antes de decidirme a hacer algo más, decido ir a ver a papá y hablarle acerca del proyecto que tengo para el asilo de ancianos y que necesito que esta vez lo financie él. Sin dar muchas vueltas, me cambio con un vestido borgoña- al cuerpo -hasta por encima de las rodillas y sin mangas y unos stilletos negros bastante altos, agarro mi bolso a juego y me dirijo hacia la empresa Styles.
Como pasaba siempre últimamente, mi mente viajó a una Tierra Media llena de seres extravagantes y guerreros capaces de enfrentar sus peores temores. Sin poder evitarlo, mis pensamientos se dirigieron derecho hacia unos enanos, una compañía, un tío y un sobrino. Suspiré como siempre y mi corazón latió del modo en que lo hacía siempre que pensaba en ellos. Rápidamente un bocinazo me trajo a la realidad y continué mi camino, dándome cuenta que la carpeta de música que había puesto ya había acabado y la siguiente estaba sonando ahora, rodé los ojos porque era el soundtrack de The Hobbit, dejé que siguiera sonando mientras cerraba mis pensamientos de aquellos enanos, con el siempre presente deseo de poder salvarlos.

Bajé de mi auto y me dirigí hacia las puertas del edificio. Algunas ventajas de ser parte de la familia del dueño, es que teníamos nuestro propio estacionamiento apartado y de fácil acceso. Saludé en la recepción y avisé que subía a hablar con mi padre. En uno de los pisos en los que había subido personal al ascensor, pude ver a Brian, uno de mis mejores amigos y sin dudarle me acerqué a él haciendome paso entre las personas.
- Hola! - dije una vez a su lado. Él me vio con esos ojos tan Tomlinson y su sonrisa surgió enseguida.
- Camil! - me tomó en sus brazos con un fuerte abrazo y besó mi frente. - cómo estás?? Hace mucho que no te veo! Pero tu fiesta de cumpleaños me consuela. - dice golpeando mi hombro con el suyo de modo juguetón ya que debimos colocarnos uno al lado del otro.
Le dedico una sonrisa a modo de disculpa porque sé que en el último mes no le he dedicado demasiado tiempo a mis amigos.
- Lo siento. - digo porque es la verdad - Estoy con mil cosas en la mente y otras mil cosas que debo hacer, no es escusa pero es lo que es. - me alzo de puntillas y le beso la mejilla de forma ruidosa atrayendo algunas miradas, pero ellos ya nos conocen. - He estado bien, y tú? -
- Bien, y ahora que mi amiga se ha dignado a aparecer aun mejor. - enrosco mi brazo en el suyo y seguimos hablando de nuestras cosas hasta que el ascensor llega a mi destino, el último piso.
- Nos vemos pronto, Brian! - digo abrazándolo y besando su mejilla. - Dales mis saludos a Louis y Els - ellos son sus padres, y mis padrinos también. - Prometo visitarlos antes de la fiesta! - digo alejándome rápido. No me gustan las despedidas, ni siquiera las que son por poco tiempo.
- No vuelvas a olvidarte de mi!! - me grita Brian mientras las puertas del ascensor se cierran, me río ante eso porque de seguro siguió subiendo para poder charlar conmigo, aunque hubiéramos pasado el piso en el que planeaba bajarse. Algunas veces he tenido la impresión de que me mira como algo más que una amiga, pero no le doy muchas vueltas al asunto, si él no me ha dicho nada todavía de seguro es porque no es tan importante como para hacerlo. Supongo que eso me hace sentir aliviada, nuestra amistad es demasiado bonita como para escribir en su historial un intento de romance. Amo a Brian, pero no en ese modo de parejas, novios, amigos con derecho, lo que sea, estamos bien como estamos. Pensando en todo esto, toco la puerta de la oficina de papá sin anunciarme con su secretaria. Soy su hija, qué más da.
- Adelante - dice una voz ronca y baja desde el interior de la sala, así que me aliso el vestido y entro.
- Hola pa. - digo mientras me dirijo a él rodeando su escritorio. Beso su mejilla y vuelvo al asiento de las visitas delante suyo, sentándome. - Te ves bien. - le digo y le guiño uno de mis ojos verdes, iguales a los suyos. Su cabello está peinado en una coleta formal y algunos de sus rulos se dejan ver en esta. Viste un pantalón negro apretado, él no ha cambiado eso en años, una camisa violeta oscuro entallada, y tiene su saco negro colgado del espaldar de su sillón. Unos lentes con marco grueso y negro, pero con alguna forma personalizada, adornan su rostro desde que los necesita para no tener dolores de cabeza por esforzar su vista. Para sus cuarenta y cinco años, mi padre se mantiene como a sus veintiuno. Me sonríe mostrando esos hoyuelos que nos ha dejado en herencia a todos sus hijos.
- Hola fresi. - dice sonriendo aun más, él definitivamente sabe que odio ese apodo y eso lo alienta a decírmelo siempre. - Gracias, tú también te ves bien. Como todos los Styles. - y me guiña un ojo.
- No digas eso enfrente de mamá porque va a golpearte. - digo mientras río por el terrible ego de mi padre.
-

Deseo cumplido: El Hobbit.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora