Quiero dar un alerta, el capítulo contiene escenas subidas de tono, por lo cual: lee con precaución. Espero que les guste.
Cuando por fin acabo de arreglarme, me miro en el espejo y una sonrisa con hoyuelos se instala en mi rostro. Papá siempre sabe qué vestido me va mejor. Mi cabello está arreglado en ondas y trenzas castañas recojidas dejando al descubierto mi elegante cuello y pronunciando aun más el escote del vestido en la espalda, dejando ver mi piel ligeramente bronceada, que a pesar de ser blanca el sol sabe como pegarse a mí. Unos zapatos stilletos negros y altos de taco aguja con detalles plateados en los talones y el taco, estilizan mis piernas haciéndolas ver larguísimas mientras un cancán color piel las cubre. Mis manos se encuentran ultra arregladas con un color nude de base y estampas en esmalte plateado, dándole un toque súper delicado a mis dedos largos y mano delgada. Y finalmente, el vestido... Amo a mi padre, definitivamente... entre el cuello y los hombros tengo unas especies de arreglos de laureles de plata decorados con diamantes diminutos, que se encargan de sostener ambas tiras, de gasa razada, que caen delicadamente formando pliegues hasta llegar a mi cintura cubriendo cada respectivo pecho, y hasta la mitad de la espada formando una gran "V" en ella; allí donde se unen, se encuentra un cinturón muy fino del mismo material de las hombreras dejando que la tela continúe su rumbo hasta mis talones y abriéndose en la parte delantera a partir de la mitad de mis muslos; justo debajo, llevo una especia de pollera pantalón muy corta del mismo color que el vestido, blanco natural (más clarito que la manteca), que me permite moverme con libertad y no preocuparme por hacer revelaciones de mi parte íntima. El reflejo se ve genial, no es por alardear, y mi fiesta está sucediendo justo esta noche. Merezco verme como diosa en una fiesta que es en mi honor. Secretamente estoy preguntándome si alguno de mis enanos se deleitaría al verme, o no, tal vez prefieran a las mujeres con barba y robustas, entonces ahí no habría cabida para mí. Dejando de lado todos mis pensamientos, tomo mi bolsito negro a juego y salgo hacia la que es la 'fiesta del año' según escuché por ahí.
El ruido se escucha desde la entrada del country y ya me duele la cabeza de solo pensar en entrar allí, jamás he sido chica de fiestas locas, aunque sí me gusta mucho salir a bailar y escuchar música fuerte. Cuando llego a mi estacionamiento, reviso el lugar desde mi auto y puedo comprobar que papá realmente se encargó de buscar y contratar el mejor sitio. El jardín es impresionante y la arquitectura de la mansión es de ensueño. Las luces parpadean desde adentro y tan sólo son las 21hs! Según me dijo mi hermano, los grandes iban a tener su propio lado del lugar para pasar el rato, mientras que los más jóvenes podrían reventar sus hígados con alcohol en el resto de la casona. Decido bajarme al fin y camino hacia la puerta donde sé que se encuentran mis padres y toda la gente mayor. Todos me saludan de forma calurosa felicitandome por mi fiesta y por lo hermosa que me veo. Tan sólo quedan menos de tres horas para mi cumpleaños y todos están atentos a los relojes que anuncian la cuenta regresiva. Después de estar un gran tiempo allí, decido meterme a la fiesta de la que todos han hablado en meses. Noah es el primero en verme, y viene hacia mí abrazándome y halagando mi atuendo. Me lleva con mis amigos, ya que a la mayoría de los chicos con los que me iba cruzando, se me hacía haberlos visto sólo una vez y a algunos incluso ninguna. Eso había sido obra de Darcy, la más pequeña de la casa Styles. Yo le di una lista de invitados, pero como toda adolescente, adora las fiestas concurridas y estoy segura de que no se resistió a invitar a todos los que más pudiese. Al fin encuentro a conocidos de verdad y no acabo de saludar al último que me toma de la mano y me lleva a bailar. Brian, mi querido Brian. Me río y bailo con él de la forma en que sólo nos movemos cuando estamos juntos. Tomamos clases de danza clásica juntos desde los seis años, conocíamos nuestros movimientos y nos complementabamos de forma extraordinaria. De repente, me hallé pensando lo que se sentiría bailar para Thorin y Fili, sus reacciones, sus gestos, sus sonidos... quería probar si yo podía hacerlos sentir deseo de alguna forma, quería intentar seducirlos con mi cuerpo bailando. Luego de esos pensamientos, bailé incluso más de lo que planeaba, los minutos pasaron al igual que algo de alcohol, hasta que Gia me tomó de la muñeca y me arrastró hasta la fila de la cabina de los adivinos, ya que yo sólo quería seguir bailando.
- Todo el mundo está hablando de ellos!! - me gritó al oído. La cola era muy larga y renegué por ello. - Dicen que hacen cosas locas!! - volvió a gritarme entre la alta música. Asentí hacia ella sin darle vueltas a su asunto. - Dios!! Estos realmente no se mueven! - creo que no era la única que había bebido un poco, Gia suele volverse algo impaciente cuando está tomada. Agarró mi brazo y me llevó hasta el principio de la fila. La oí decir algo de que yo era la dueña de la fiesta y que quería una sesión. El hombre nos observó y finalmente nos dejó pasar, nadie se quejó de que nos estuviéramos colando en la fila.
- Hola, queremos que le hagan una lectura a ella. - dijo sin más y se sentó. Tomé asiento junto a ella y los tres hombres me observaron. Eran jóvenes, tal vez un poco mayores que yo, y también eran atractivos y sexys, muy, muy sexys. El del medio, que tenía ojos cristalinos como agua de deshielo y cabello de oro, me miró fijo durante demasiado tiempo.
- Hola Camil - me dijo. Yo sólo asentí con mi cabeza, su belleza era... demasiada. - Alguien ya te ha hecho una predicción hace no mucho. - pude sentir que Gia me observaba esperando mi respuesta. Asentí sin dejar de verlo.
- Yo no le temo a mis deseos.- le dije segura. - Ellos me definen, porque no desearía algo que me perjudicara de forma consiente, no soy ese tipo de personas. - recuperé el aliento y esperé.
- Apoyaré a la adivina y te diré que seas cuidadosa. - extendió su mano y me hizo un gesto para que le diera la mía. Con algo de recelo, lo hice, y lo que ocurrió después me puso la piel de gallina e hizo que Gia saltara en su silla. El chico rubio temblaba y sus ojos se habían vuelto cuencas blancas y pálidas, su cabeza se hacía hacia atrás y su voz era un gorgojeo inquietante que los otros hombres escuchaban con atención. Luego de unos minutos, todo paró. - Cuando desees, desea con la mente y el corazón. Sin uno o sin el otro, las consecuencias serán dolorosas y permanentes para tí. - aquello si había logrado alarmarme. Cómo se supone que distinguiera cuando deseaba con la mente y corazon al mismo tiempo? Una pequeña jaqueca estaba naciendo en mi cabeza, ese era uno de mis defectos, las jaquecas. Tampoco es como si creyera demasiado, pero y si fuese verdad? Y si mis futuras desgracias tuvieran que ver con dejarme llevar por deseos que, aunque me hiciesen feliz, no eran buenos? Entonces sentí que había algo entre mi mano y la de Adam, sí, por alguna extraña razón, ahora sabía su nombre sin que ninguno lo hubiera dicho.
- Qué es esto, Adam? - me aventuré a obtener dos respuestas en una, realmente se llamaba así? Él me sonrió de forma cómplice.
- Tranquila. Fue esto. - dice levantando nuestras manos unidas. - No es nada demasiado raro. Recuerda desear con cuidado, eres especial, alguien bendecido por las parcas a quien se le consederán aquellos deseos que ellas crean convenientes, pero que tú podrás pedir. - dándome un guiño me soltó y dejó el objeto en mi palma cerrándola lentamente con su mano. - No la pierdas. Será tu voleto a casa. - eso me dejó aún más aturdida. Gia se levantó de su asiento, pero yo no podía quitar mis ojos de aquel lago tan claro que eran los suyos.
- Lo lograré? - pregunté de repente, como si no fuera yo quien preguntara. Entonces sonrió, y se volvió aún más hermoso.
- No lo sé. No puedo ver eso. - me dijo directo. - Pero puedo ver tu corazón palpitando con gran estruendo, como nunca antes. - dijo en un susurro. - Aún te quedan tres minutos, pero por si no te vuelvo a ver, feliz cumpleaños, Camil, de mi parte y la de mis hermanos. - tan solo decir aquello, Gia tomó mi mano y corrió conmigo, gritando que se nos estaba haciendo tarde, hacia donde estaban las veintiún tortas, una con una foto mía de cada año de vida respectivamente. Me hicieron apagar vela tras vela en cada pastel, y cantaron el feliz cumpleaños como cinco veces hasta que llegué a la última. Toqué la bellota de oro en mi mano y sólo pude pensar en una cosa. Deseaba conocer a aquellos enanos, deseaba poder estar con ellos y disfrutar de mi poliamor. Lo deseaba con todo el corazón y con toda mi mente. Una sonrisa se instaló en mi rostro al soplar las velitas, mi primer deseo completo era para y por ellos, no era por mí, o tal vez sí, pero lo único que quería era poder salvarlos y eso era por ellos, porque merecían disfrutar de su victoria el resto de sus vidas.
Después de eso mi jaqueca aumentó al subir la música, y el haber pensado en mis enanos, había hecho que un nudo se instalara en mi garganta y por alguna extraña razón sentía muchas ganas de llorar. No había pasado ni una hora desde la medianoche que ya estaba saludando y disculpándome por irme tan repentinamente. Expliqué mis motivos, y como todos conocen mi problema de salud, me dejaron ir sin tantos reproches. Era mi maldita fiesta y me estaba yendo de ella por una maldita jaqueca y dos enanos en mi corazón.
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Deseo cumplido: El Hobbit.
FantasyEsta es una historia basada en El Hobbit - libro y sus tres filmes - así que para el que no desea spoilearse de la historia original, no lea esta novela, ya que va a contener gran cantidad de partes importantes de la misma. La verdad que de tanto su...