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Claro que la recordaba. La recordaba y hubiese preferido no hacerlo. Miró a la chica fijamente durante diez segundos, diez segundos en los que estudió cada parte de su rostro, comenzando a recordar aún más cosas. De todas las personas que podía encontrarse en Bucheon, ¿por qué Ella? Y ¿Por qué en esos momentos? La chica la observaba y sus ojos brillaban, cuando con Chiquita era todo lo contrario: quería huir de ella e incluso jamás haberla encontrado. Sonrió por compromiso y, por cortesía, la saludó.

-Hola, Ella.

-Hace mucho tiempo que no nos veíamos, ¿cuándo volviste a Bucheon?

-Hoy mismo, de hecho. Ella, lo siento, pero tengo prisa... -dijo, continuando su camino, antes de que la pequeña se pusiera delante de ella.

-¿Te vas? ¿tan pronto?

-No tengo tiempo, Ella.

-contestó, algo molesta con la menor.

La menor la miró con los ojos entrecerrados, no tan contenta con la respuesta que había obtenido. Mantuvieron el silencio por algunos segundos, finalmente, Chiquita decidió seguir su paso sin despedirse. Esta vez, Ella decidió no interponerse en su camino. Sin embargo, usó su último recurso.

-El hospital en el que está tu abuela dejó de admitir visitantes hace una hora. -dijo, comenzando a juguetear con sus uñas. Se dio cuenta de que había logrado lo que quería cuando dejó de escuchar los pasos apurados de Riracha.

-¿Tú qué sabes? -preguntó chiquita, molesta.

-Acabo de venir de allí. Mi madre está de guardia hoy.

-Tengo que entrar.

-No podrás -dijo la menor, sonriente-. No te dejarán entrar a menos de que tengas contactos fuertes ahí dentro.

Chiquita comenzó a desesperarse. Sus ojos se cristalizaron y comenzó a hacer un puchero. No tenía a dónde ir si no podía entrar al hospital, no podía regresar a la casa de sus padres y ya no tenía dinero para ir a algún otro lado.

Ella sonrió.

-Puedo hacer que te dejen entrar -habló. Chiquita la miró con un montón de esperanzas-. Pero tendremos una cita mañana.

X

Pharita la iba a matar cuando se enterara. Les había pedido a Rami y Yuna que le avisaran lo más pronto posible, aunque pharita decidiera vetarla de toda Corea del Sur. Eran riesgos que la Ahyeon de hacía unas semanas jamás habría tomado, mucho menos dejar su carrera de lado con tal de estar junto a Riracha phondechaphiphat. Pero, al final de cuentas, ¿qué no haría por su alma gemela?

Esperaba a Lee Dain en el portón de la Universidad, donde una vez que saliera, no podría volver a entrar. Ni siquiera había pensado en qué les diría a sus padres cuando llegara a Bucheon. De hecho, no era parte del plan ir directamente a su casa. No había plan, pero si lo hubiese, se resumiría en una sola palabra: Chiquita.

Aún llovía y quizás era un mal día para estar sentada en el pasto con dos maletas. El césped estaba húmedo y, si Dain no llegaba en los siguientes cinco minutos, iba a comenzar a caminar hacia el aeropuerto si era necesario. La lluvia aún no paraba, por el contrario, se había intensificado un poco más y ella se cubría con un trozo de partituras la cabeza.

Poco antes de que comenzara a llorar de desesperación,a la siguiente la pelinegra apareció con una tímida sonrisa.

-¿Estás lista? -preguntó. Ahyeon asintió. Dain sacó unas llaves de su bolsillo derecho- subamos tus maletas.

No pasaron mucho tiempo en ello. Ahyeon se encargó de desperdiciar el menos tiempo posible. Poco tiempo había pasado y ya se encontraban en mitad de la carretera, escuchando música clásica que Dain había elegido. Ahyeon golpeaba suavemente sus dedos contra el reposa brazos como si de eso dependiera la velocidad del auto.

Almas gemelas 🥰👻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora