Silence-Gabellie

El peor viaje el coche

Ellie sabía que Grett podía llegar a ser insoportable algunas veces. No obstante, esta vez estaba llegando a grados estratosfericos.

—No pienso subirme en ese pedazo de hojalata —Se cruzo de brazos, mirando a la pelirroja en busca de apollo.

La chica no dijo nada, solo se colocó al lado de Gabby esperando no ser involucrada en la pelea.

—Si no quieres subir —Empezó Gabby con un tono juguetón

—Podemos atarte con unas cuerdas al techo y puedes ir arriba como si fueras una heladera —Continuo Dan intentando no partirse de risa.

La fachada seria no les duró casi nada, porque solo bastó con mirar la expresión de Grett, que era una mezcla entre confundida y aterrada, para empezar a reírse una vez más.

Al ver como las fosas nasales de la castaña se dilataban, Ellie presentía que en cualquier momento estallaría de la ira.

—¡Primero quieren jugar a ser Bob The Robber y les sale mal! —Grita tan fuerte como le permiten sus pulmones—. ¡Luego paso las seis horas más horribles de mi vida encerrada!—Exclama como si en realidad no hubieran sido solo veinte minutos— ¡Y ahora tengo que lidiar con otro par de idiotas! ¡Esto es un crimen en contra de mi paciencia!

—Grett estas gritando

—¡Ya se que estoy gritando! —Golpeo el concreto del estacionamiento con su zapato antes de suspirar ondo y llevarse las manos a la cabeza para acariciar su cabello. Por la forma bruzca en la que lo hacía, Gabby temió que se quedara calva.

Cuando eran niñas, ambas habían sido amigas por muchísimo tiempo. Sin embargo, nunca en sus 5 años de amistad había visto una rabieta de ese estilo. Y eso es mucho decir teniendo en cuenta que la última vez que hablaron fue en el kinder cuando todas usaban el mismo uniforme compuesto por horribles vestidos a cuadros y camisas blancas

—Si dejas de gritar puedes ir adentro como una persona normal —Propuso Gabby.

—O si no quieres puedes quedarte aquí a esperar a tus amiguitos —Dan soltó un quijdo cuando sintió que el codo de Ellie se clavaba en su estómago. Grett apenas lo notó, porque solo atinó a rodar los ojos y caminar hacia el auto

—Da igual, vamonos de aquí antes de que me vuelva loca.

Para ser un chaval de dieciséis años con completa libertad y un auto propio, Dan era el equivalente a una abuela al volante.

Había estado al rededor de diez minutos para dar vuelta en U, pagar el peaje y salir del estacionamiento, por lo que ahora, que estaban en la carretera sin ningun auto a la vista, se movían incluso más lento que antes. Grett se apartó de la ventana frustrada cuando vio que un niño en bicicleta y su madre los pasaban con facilidad.

—¿No puedes ir más rápido? —Preguntó temiendo envejecer junto a Ellie en el asiento trasero. Dan negó con la cabeza

—¿Sabes la cantidad de accidentes que hay en días de lluvias? —Puso una cara de estar a punto de sacar una gráfica para demostrárselo.

—¿Al menos puedes prender aire acondicionado? —Señaló en pequeños termostato al lado de la radio—. Si voy a morir aquí al menos no quiero que sea de calor.

—El aire de este auto solo tiene dos estados —Comentó Gabby mientras jugaba con la perilla—. Apagado o estropeado—Antes de poder decir algo esta se cayó al suelo perdiéndose entre la alfombra negra del auto.

—Genial —Grett sonrío entre dientes haciéndose para atrás—. Mejor le digo a mi mamá de que llegaré tarde a casa.

Luego de leer el segundo párrafo del minucioso y detallado mensaje de Grett a su madre relatando todo lo que había ocurrido, Ellie se aburrió y decidió que tenía que buscar otra forma de entretenerse.