Cuarta parte 2/2

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El sonido de los golpes llenaba la habitación. De pronto, hubo un estruendo.

–¿Qué es lo que ven mis ojos? ¿No es nuestro encantador ángel de blanco? –dijo alguien.

Esa era claramente la voz de Tsukiyama.

–¿Q-q-qué? –dijo la enfermera, que estaba tan sorprendida que se torció el pie y cayó al suelo.

Chie, todavía bajo la cama, podía ver su rostro. Era la enfermera de ayer.

–Eh ¿por qué… Tsukiyama-kun? E-espera un momento… ¡estamos en un octavo piso!

–Perdón por romper la ventana. Solicité que fuera dejada abierta, pero parece que cierto ratoncito es un poco caprichoso.

Mientras Tsukiyama se adentraba un poco más en la habitación, Chie salió de debajo de la cama.

–T-tú eres la que estaba con Tsukiyama-kun ayer… ¡¿qué está pasando?! ¡¿qué hacen aquí?!

–Disculpe, permítame decir algo primero. ¿Qué piensas de su trabajo ratoncito? Ella abusa de pacientes como éste, noche tras noche –dijo Tsukiyama, señalando a la enfermera.

La enfermera no entendía completamente en el aprieto en que se había metido, pero se dio cuenta de que estaba empezando a convertirse en la peor situación que podría imaginarse. Comenzó a temblar de miedo. Mirando fijamente a la enfermera, Tsukiyama quitó la manta de la cama. El cuerpo del anciano quedó expuesto.

–Miren esto, hay signos de hemorragia interna.

La enfermera hizo una mueca.

–Así como él olvida lo que le hace a los demás, también olvida lo que los demás le hacen a él. No entiende por qué le haces daño, ni siquiera lo recuerda. Por eso es que los demás creen que él mismo se provoca las lesiones. Y así termina la historia. ¿No es un maravilloso argumento? Es perfecto ¡bravo!

Tsukiyama se volvió hacia la enfermera y aplaudió. Con un último aplauso, se detuvo y lentamente movió su mano hacia el área en que el hombre tenía la hemorragia. Lo pellizcó.

Una sonrisa de placer se dibujó en el rostro de Tsukiyama.

–Bueno, llegó la hora de la cena.

*Rriiip* Un sonido rasgado resonó en la sala.

Entre sus dedos, Tsukiyama sostuvo el trozo de piel que le había arrancado al anciano.

–¡¡¡Ahh!!! –gritó frenéticamente la enfermera.

–Verás, se dice que la piel de un hombre de avanzada edad es una delicia. Posee un aroma único y su textura la hace muy adictiva para algunos, es muy popular.

Tsukiyama colocó lentamente la piel en su lengua. Cerró los ojos para saborearla plenamente y la enrolló cuidadosamente sobre su lengua. La masticó suavemente y dejó que se deslizara por su garganta.

–¡La sequedad perfecta de la piel en contraste con la parte interna, tan suave y empapado en sangre, la fusión de esa textura con un fuerte sabor estimulando la lengua, es una harmonía absoluta! –dijo, con los ojos muy abiertos.

Extendió los brazos y se inclinó hacia atrás como mirando al cielo, sus ojos se habían teñido de un rojo profundo.

–N-no puede ser…

Su kakugan brillaba.

–…Q-que es-ah, ¡aaaah! ¡¡dueleee!!

Así que el dolor finalmente había alcanzado el cerebro del anciano y lo había despertado.

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