Bet And Revenge [moonsun] G!P

Capítulo diecinueve

Los rayos de sol se presentan en su cara de lleno. Su boca sigue oliendo a licor y no siente su cráneo. Se ha quedado dormida en el suelo. Su cuello duele y el calor la atrapa. Queda en blusa mirando su teléfono apagado. Tuvo una crisis y la pelota nueva que compró no apareció entre sus pertenencias.

Yong Sun. La llamó anoche, pero no pudo hablar con normalidad. No importa, de todos modos. Se levanta lo mejor que le sale hacia el baño. Toma agua del grifo para después escupirla. Así, tres veces. Ha vaciado la botella de alcohol. En el fondo, sabe que tiene que irse, pero Seúl únicamente puede llegar a ser la única opción coherente. Tiene al diablo diciéndole que quedarse solo la haría continuar abriendo los ojos, y está el ángel... él expresa que huir ahora no acabaría en tragedia.

Tantos años sintiendo miseria y problemas, ¿por qué no puede reaccionar justo en este momento? Quizás sea una broma de mal gusto, quizás su padrastro esté vinculado con las páginas y su única misión es que pierda la cabeza. Pero ¿y si de verdad su familia la hizo pasar como desaparecida por alguna razón importante? Porque ya no es Moon Byul Yi, tiene un nuevo apellido y su apariencia no es la misma, para que alguien la reconozca realmente tuvo que haber pasado el suficiente tiempo con ella admirando sus facciones y sus pasatiempos.

Nadie quedó en Busan desde que su padre se fue. Su abuela llamó a su madre egoísta por no haberse dado cuenta antes de que el hombre no estaba del todo bien con su alma. La mujer lo sabía, solo que no supo cómo callar los demonios de su cabeza. Lo ayudó hasta donde el cuerpo le dio, pero lamentablemente, en el paso, dejó de lado a sus hijas y Byul trató de llevar adelante la crianza de sus hermanas. Lo hizo, lo hizo verdaderamente hasta que ella comenzó a tener otros males adolescentes y no pudo más con la responsabilidad de ser la madre de familia.

Necesita un cigarrillo, cortarse las cejas, un tatuaje y pintarse el cabello de un color extravagante. Respirar. Más tinta en sus brazos o las costillas no le haría daño. Cierra la puerta con la intención de dar con la calle. Enciende el cigarro alcanzando tranquilidad. Como ayer, su ceño se contrae cuando nota exactamente en dos postes de luz el mismo pedazo de periódico... con los mismos datos y su rostro preadolescente. Al caminar más adelante, las páginas siguen siendo las mismas y sus ganas de gritar aumentan. Pero no hace nada. Lo único que realiza es un paneo del local que estuvo averiguando por internet antes de emborracharse por completo de tatuajes.

Agujas y dolor... no más.

Las cosas son fáciles porque lo que quiere no son dibujos gigantes o frases extensas, por eso es rápido y no llega a examinar las facciones de la chica que la tatuó. No logró aquello, pero sí su número. Sonriente, sale y el trayecto hacia la peluquería no es un problema tampoco. Morado. Quiere el cabello todo morado y los cortes de las cejas. Las perforaciones son suficientes.

- ¿Qué pasó con esa chica? - mientras la peluquera hace su trabajo, aprovecha en preguntar por qué una página de periódico está pegada en el poste cerca del local. - Soy nueva aquí...

- Desapareció una semana después de que su padre se suicidara. Nadie sabe dónde se encuentra su madre, la casa en la que vivían fue destruida por matones, el hombre parece que estuvo involucrado en negocios turbios, mucha gente dice que los mismos que rompieron todo... fueron los causantes de la desaparición. La familia Moon eran los más ricos de la zona, lástima... la ambición los llevó a la quiebra y ahora absolutamente nadie sabe de los pocos que quedaron... bienvenida a Busan, querida.

Mentiras... más mentiras.

Ya con el cabello del color que le pidió a la mujer, fuma acostada sobre el colchón. No puede pensar con claridad, ¿qué carajo pasó en las calles? Le urge escapar de aquella foto cuando todo parecía ir de maravilla.