Capítulo XXXI: Más qué potencial

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El partido de Ryoma no estaba siendo nada sencillo, Akutsu había tomado la delantera, pero mi hermano menor no es de aquellos que se den por vencido y tenía una mentalidad fuerte, gracias a eso fue capaz de evolucionar durante el partido y adaptarse al ritmo de su oponente.

Al adaptarse al ritmo de Akutsu permitió a Ryoma darle varios puntos a Seigaku y quedar iguales. Ningún equipo tenía la victoria asegurada y hacia que el ambiente fuera pesado.

— Gracias Banji – le agradeció la entrenadora con una sonrisa – por traer a Akutsu-kun hasta aquí

— ¿A qué se refiere? – Preguntó

— Gracias a él nuestro samurái junior acaba de superar el titulo de junior. El Ryoma de ahora es un excelente samurái

— Si Echizen-kun es fabuloso, he podido ver que tiene varias similitudes con su padre pero no creí que fuera tan bueno como él... Akutsu-kun no dejara las cosas terminen así, tiene razones para no perder

— ¿Razones para no perder?

Banji-sensei no respondió debido que Akutsu se acercaba. Los chicos estaban en un breve descanso

— ¿Te la estás pasado bien? – Le pregunto la entrenadora a Ryoma

— Si – Respondió antes de beber de su botella de agua

— Bien pero te prohíbo relajarte, sé que Banji está planeando algo. Gracias a él hemos tenido dificultades, todavía dan náuseas recordarlo, así que Ryoma ¡Acábalos!

— No pensé que fuera de las que guarden rencor – dijo mostrando una sonrisa – ¿Y tú, (T/n)? ¿Alguna sugerencia?

Me sorprendió un poco la pregunta. Ryoma rara vez me pide sugerencias durante un partido; de hecho, las veces que lo ha hecho se pueden contar con los dedos de una mano. Para muchos, escucharlo decir esas palabras sería impensable; algunos podrían creer que está buscando una estrategia para enfrentar a un oponente extremadamente difícil, pero yo sé que no es eso.

Para Ryoma y para mí, su petición significa algo más profundo: necesita estabilizar su mente. La mayoría diría que tiene una fortaleza mental inquebrantable, y es cierto, pero cuando me pide una sugerencia, es porque se encuentra en territorio desconocido y no sabe exactamente qué vendrá después, solo que será interesante y quiere disfrutarlo al máximo mientras lucha por la victoria para Seigaku.

— No te desconcentres, si lo haces se acabo – Le dije

— Bien – Respondió pasándome su botella de agua

Ryoma y Akutsu regresaron a la cancha y el partido retomó su intensidad; sin embargo, esta vez había algo diferente. Akutsu había cambiado el ritmo del juego, ejecutando un golpe impredecible, tomando a Ryoma por sorpresa y anotando un punto para Yamabuki.

— Interesante... Repentinamente cambio el ritmo, justo cuando Ryoma se había acostumbrado. No es algo que haría un chico como él

— Debe ser obra de Banji – Respondió la entrenadora

— Mmh

— No esperaba que Ryoma pidiera una sugerencia – Comentó la entrenadora mientras observaba el partido

— No lo hizo – Respondí

— ¿Cómo?

— Puede escucharse así pero es un palabra implícita

— Pero le diste una sugerencia

— No, no fue exactamente una sugerencia – Aclaré, manteniendo la vista en Ryoma quien había devuelto la pelota a pesar del cambió de dinámica

— Ryuzaki-sensei – la llamó Banji-sensei – para aquellos que entrenan sin cesar puede que una derrota no signifique demasiado pero...aquellos que subestiman el tenis y apenas lo entrenan si fueran derrotados, lo perderían todo por eso no perderá

— Siempre he pensado – comenté sin apartar la mirada de la cancha – quienes practican un deporte que subestiman son los que caen más duro

— Quizás tengas razón, jovencita – respondió Banji-sensei con calma – pero la determinación no es algo exclusivo de los que entrenan sin cesar. A veces, los jugadores que no siguen un camino tradicional pueden sorprendernos.

— ¿Eso es lo que espera de Akutsu? – Intervino la entrenadora Ryuzaki.

— No espero nada de nadie, solo observo el potencial.

— No todo en el tenis es cuestión de potencial. – respondí – ¿De qué sirve tener tanto potencial si no buscas aprovecharlo al máximo? La dedicación, también es algo fundamental

Banji-sensei entrecerró los ojos, aún con esa sonrisa enigmática.

— Palabras interesantes. Lo dices con bastante seguridad, jovencita, como si hablaras desde la experiencia.

— No se confunda, solo es lo que creo.

— Mmh... Qué curioso. Tienes la mirada de alguien que conoce el esfuerzo, pero también la de alguien que alguna vez dejó algo atrás.

— Creo que se equivoca, aunque si fuera el caso no es algo que deberíamos debatir. No estamos hablando mi

— Cierto, pero creo que... Alguien como tú, que entiende tan bien la diferencia entre potencial y dedicación, probablemente tenga ambas cosas.

— No tiene sentido hablar de algo que no se pondrá a prueba – Respondí cortante.

— ¿Estás segura? – Insistió él, con un brillo astuto en los ojos.

— Banji, ya basta... – Interrumpió la entrenadora Ryuzaki con seriedad.

— Espere entrenadora – la interrumpí – ¿A qué quiere llegar con esto? ¿Es por mi padre o Ryoma? Porque cada vez que hablamos vuelve a mi

Banji-sensei dejó escapar una leve risa, como si mi reacción le divirtiera.

— ¿Por qué asumir que se trata de ellos?

— ¿Entonces?

— Me intriga más lo que intentas evitar – Respondió con calma

— No sé a qué se refiere, no intento evitar nada

— Banji... – La entrenadora Ryuzaki lo miró con severidad.

— Está bien, está bien – levantó las manos en gesto de rendición, aunque el brillo en sus ojos no desapareció – No quiero incomodarte, jovencita. Solo es curioso ver a alguien con un conocimiento tan profundo del tenis y, sin embargo, tan alejada de él.

— No estoy alejada.

— Claro, claro – asintió – Solo eres la encargada de apoyar a los jugadores, de cuidar sus heridas, observar, de aconsejar... pero sin jugar.

— ¿Y si así lo fuera?

Banji me sostuvo la mirada por un segundo antes de sonreír de nuevo.

— Entonces diría que es una lástima.

Yo no respondí aquello y volví mi atención al partido, pero no pude evitar sentir que esa charla con él no había terminado.

Yo no respondí aquello y volví mi atención al partido, pero no pude evitar sentir que esa charla con él no había terminado

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El hilo rojo que nunca supimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora