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Un recorrido diferente

—He mirado más a fondo —dijo Alan, en la nueva llamada—. Y lamento informarte que aquí no hay absolutamente nada, ¿me oyes? No hay Hannah Donfort, no hay secuestrador. Solo yo y la cinta de barrera que puse. Ni siquiera debí haber conducido hasta aquí.

—¿De qué estás hablando? Alan, por favor, busca un poco más.

—Volveré a la comisaría.

—Por favor, no hagas eso, Alan...

La llamada se terminó de manera unilateral, dejándome con las palabras en la boca, que no venía sola, sino que la sensación de haber fracasado volvió a verme a la cara. No podíamos habernos equivocado de nuevo, tenía que estar ahí. Quizá Alan solo no registró bien, teniendo en cuenta que estaba solo o, en el peor de los casos, Michael había movido a Hannah una vez más. Jake aseguró que él no podía escucharnos, entonces no podía explicarme cómo es que se hubiera alertado de que ya conocíamos su nuevo escondite. En medio de toda esa confusión, aún tenía que informarles a los demás cuál era la situación, sobre todo a Thomas, él, que había puesta sus esperanzas en mí y en mi idea, ahora la misma terminaba de caerse al suelo y no tenía forma alguna de excusarme. Todo lo que habíamos construido parecía ir derrumbándose y con ello la posibilidad de encontrar por fin la solución de todo el caso.

Aun así, me costó mucho pararme en el umbral de la puerta y mirarlos a todos, admitiendo de alguna manera el fracaso. Traté de proyectar una voz fuerte cuando les dije: «Alan está conduciendo de vuelta a la comisaría. Hannah no estaba allí. Lo siento, trataré de encontrar algo más». Y volví dentro de la habitación enseguida, sin saber qué cosa pensaban los demás de la situación o cómo habían reaccionado. Traté de mantener a raya toda la frustración que estaba invadiéndome y pensar. Incluso la idea misma de Thomas se me cruzó por los pensamientos, la de subirme a uno de los autos y conducir yo misma hasta la cascada, remover piedra por piedra si fuese necesario hasta encontrar a Hannah.

Jake entró a la habitación apenas un momento después y no dio espera para acercarse a mí, abrazándome. Aquel pequeño gesto me permitió cerrar los ojos y respirar, respirar de verdad; la peor parte del abrazo era saber que debía terminarse porque no era más que un pequeño comercial en medio de la proyección.

—Siento que las cosas no hayan ido como esperabas con Alan —dijo Jake.

—Sí, yo también. Nos equivocamos con la cascada, lo siento.

—No, Max. Enviar a Alan a Grimrock no salvó a Hannah, sin embargo, durante tu conversación con él, me dio tiempo para mirar un poco en su computadora.

La sorpresa me vino de pronto y Jake asintió.

—¿Y qué encontraste? —pregunté.

Jake me indicó que tomara asiento mientras él buscaba en la computadora lo que uno momento más tarde me enseñó.

—La investigación de Alan en el caso de Amy Bell Lewis ya ha comenzado —dijo—. La hora es desconocida para mí, pero él ya visitó su piso. Mientras iba mirando todo, iba grabando sus pensamientos.

Abrió una carpeta nombrada «registros de Alan», donde había siete archivos de cintas de grabaciones. Jake señaló la primera que llevaba por título «Llegada al apartamento de la señorita Lewis» y cliqueó enseguida para reproducirlo. La voz de Alan se hizo presente al momento: «Llegada al piso de la señorita Lewis: 7:38 a.m. El piso de la víctima está en la planta baja, nadie ha estado en el piso desde que se encontró el cuerpo, así que tengo una impresión objetiva e imparcial.» Y concluía allí ese primer archivo. El siguiente se llamaba «Letrero en la puerta», lo que se decía ahí era: «Incluso antes de poder entrar en el piso, me encuentro con una escena extraña. Algo ha sido pintado en la puerta de su piso con una sustancia oscura, lo que parece ser sangre. La forma dibujada se parece mucho a... un cuervo. De alguna manera me resulta familiar.» Finalizaba con eso, dejándome totalmente sorprendida, porque aquella era la confirmación que antes no teníamos, y ahora podía decirlo: Amy también fue marcada. El siguiente archivo era «Primera impresión», era el más largo en duración hasta ahora y decía: «El piso da una impresión de orden y limpieza. Todas las ventanas están cerradas, se ha sacado la basura. No se enciende ninguna lámpara y solo la señorita Lewis está registrada en este piso y hasta ahora no encuentro rastro de nadie más. Algo me dice que las apariencias engañan.» Apenas terminábamos de llegar a la mitad y ya me parecía que había mucho de lo que hablar; «Fin de la primera ronda», era el siguiente y decía: «He terminado la primera ronda. A primera vista, no vi nada sospechoso. Sin embargo, su cuerpo solo fue sacado al bosque después de su muerte. Detrás de esto sospecho que hay un mensaje del autor. Si quiero entender este signo, tengo que seguir buscando.» Seguía «Armario de dormitorio seguro» y Alan decía: «Hay una pequeña caja fuerte en el armario del dormitorio, fácil de reconocer nada más abrir las puertas.» La antepenúltima grabación llevaba por nombre «La carta que faltaba», y decía: «Hay un sobre en el velador. Mmm, veamos qué hay dentro, aunque los forenses me maten por ello. Sin direcciones, sin remitentes. El sobre estaba obviamente cerrado con cinta adhesiva, pero fue abierto con cuidado. ¿Dónde está la carta que llevaba?» La última era «Fin de la segunda ronda», «He terminado mi segunda ronda, a lo largo y ancho, ni rastro de la carta del sobre en la habitación ni de nada. ¿Qué le pasó, señorita Lewis?» La pregunta era la conclusión inequívoca a todo el caso que Alan estaba armando, pero lo que él no debía tener presente era que nosotros teníamos la respuesta.

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⏰ Última actualización: 4 hours ago ⏰

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