MAREA GALA

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         Un pájaro salió volando , al oír el trote de los caballos de la pequeña patrulla de jinetes . La campiña con sus árboles y su riachuelo llenaban de paz los corazones . Al ver tan bucólico paisaje , nadie pensaría que estaban en guerra .
         A lo lejos se veían tierras de cultivo , abandonadas a causa de la contienda .
         A parte de ese detalle , Wulfila prefería estar de patrulla antes que en el campamento romano . Ver morír cada día a un niño , una mujer o un anciano . Ver escenas de canibalismo entre los supervivientes que ya se comportaban más cómo animales que como personas . E incluso el olor de los cadáveres en descomposición .....
        Si . Era preferible pasar días fuera patrullando , que quedarse en el campamento presenciando tal horror.
           Por desgracia , la patrulla estaba llegando a su fin , y tendrían que volver .

         - Es una buena tierra . Debería ser nuestra - comenta Argimiro , un hérulo .

         - Si . Pero hay un problema . Ya está ocupada , por los galos y los romanos - comenta Ulfric .

         Hablaban en su idioma , lejos de los oídos del decurión romano .
        De repente, una bandada de pájaros alza el vuelo , a lo lejos , cerca de un bosque .

         - Algo les ha espantado . Vamos a ver - decide Ulfric .

          Giran los caballos y se dirigen hacia el bosque , rodeando una suave colina . Al oír el relincho del caballo , Ulfric levanta la mano , para que sus compañeros se detengan .

         - Wulfila descabalga . Argimiro cuida de los caballos - ordena Ulfric al mismo tiempo que se baja del caballo.

         Ambos suben por la pendiente de la colina , con sus cuerpos encorvados con las armas y escudo en sus manos .
         Al llegar arriba , ven asombrados la cabeza de una larga columna de guerreros galos , que se extiende por el terreno , como el cuerpo de una serpiente .

          - Se dirigen a Alesia - deduce Ulfric .

           - Son cientos ! O tal vez más - dice Wulfila viendo como la columna se pierde en el horizonte .

         - Tenemos que reunirnos con los demás y dar aviso - decide Ulfric .

          Desandando el camino , bajan presurosos .

         - Los galos ! Son cientos o más - le dice Wulfila a Argimiro , cuando esté se les queda mirando .

         Una vez Wulfila y Ulfric montan , los tres germanos expolean al galope a sus caballos . Alejándose de la fuerza gala .

    
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         Presa de su dolor por la muerte de su hijo pequeño , la mujer corrió con las pocas fuerzas que le quedaban y se lanzó sobre la estaca .
         La punta de la madera penetró en su corazón , y su cuerpo estuvo temblando por los espasmos de la agonía , hasta quedar inmóvil .
         El centurión Lucio tuvo que ser testigo al igual que los legionarios de su centuria , a los que les había tocado la mala suerte de la guardia diurna .
          Pues la noche podía ocultar los horrores aunque no los olores del sitio . Pero por el día , se veían .
        Y si no fuera por la orden del general Julio César de racionar el vino y la comida , muchos legionarios se habrían emborrachado , para poder por unos momentos olvidar el horror que habían presenciado con sus ojos .
          ( Lo peor es , que este horror que les ocurre a la gente de Alesia , nos puede pasar a nosotros , si los galos en vez de atacar , deciden usar la cabeza y asediarnos ) piensa Lucio en tono lúgubre .
         Por desgracia era un simple centurión . No estaba en su mano dirigir la campaña . Y sabía muy bien que aunque tuviese ese poder en sus manos , no podía comprararse al genio táctico que era Julio César .
        Para bien o para mal , tenía que confiar en que Julio César , lograría la victoria , como había hecho casi siempre .
          Sigue caminando por dentro de la empalizada , revisando los puestos de vigilancia .
        Después echaría un vistazo al entrenamiento de los legionarios . Este había disminuido , con el fin de preservar las energías de los soldados, ya que sus raciones  habían sido muy reducidas .

EL SITIO DE ALESIA - Escrito por Jesús Quintela Navazo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora