스물 하나

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PIEZAS QUE ENCAJAN AL REVÉS



La habitación de Seokjin estaba vacía. La camilla había desaparecido y las pesadas máquinas, que hasta hacía poco lo mantenían con vida, emitían pitidos erráticos, como si anunciaran su ausencia. La puerta, abierta de par en par, parecía burlarse de los que llegaban tarde a comprender la gravedad de la situación.

En el suelo, dos pandilleros jadeaban, presionando con manos temblorosas sus estómagos ensangrentados. Con los labios temblorosos, uno de ellos relató cómo un hombre, vestido con una bata de médico, se les había acercado. Antes de que pudieran reaccionar, un filo inesperado se hundió en su carne. Luego, seis hombres corpulentos irrumpieron en la habitación y se llevaron a Seokjin, aún postrado en la camilla.

Jungkook ordenó que atendieran a los heridos y luego, con la mandíbula tensa, pidió a sus hombres que buscaran información. Los pandilleros se dispersaron y, al cabo de unos minutos, regresaron con malas noticias.

Estos bastardos lo planearon todo con precisión. Se infiltraron en el hospital —informó uno, con la voz impregnada de rabia—.  Alguien les informó que todos estábamos aquí por Yoongi.

¿Cómo se les ocurre secuestrar a alguien tan delicado de salud? ¿Qué ganan con esto? —espetó otro, con incredulidad.

Jungkook, que hasta entonces había escuchado en silencio, fijó su mirada en el último que habló.

¿Tienes alguna idea de por qué se lo llevaron?

El pandillero tragó saliva antes de responder:

Tal vez porque pertenece a nuestra casa... y porque era un blanco fácil. Si querían hacer daño, podrían haber ido por Yoongi o los otros miembros hospitalizados, pero ellos estaban demasiado vigilados.

Jungkook dejó escapar una carcajada seca, pero su expresión se endureció al instante. Miró su reloj; la medianoche se acercaba. A esta hora, todos los sirvientes de la casa deberían estar dormidos... incluido Jimin.

Se agachó y recogió del suelo un teléfono caído. Él mismo lo había instalado en la habitación de Seokjin para que pudiera hablar con Jimin. Sus dedos giraron el dial con rapidez.

¿A quién llamas, jefe? —preguntó Mingyu, mirándolo con incertidumbre.

A casa —respondió Jungkook, con el auricular pegado al oído.

El tono de llamada sonó, y sonó... y siguió sonando. Cuanto más tardaban en contestar, más se estrechaban sus ojos. Entonces, la señal se cortó abruptamente. Una voz desconocida emergió del otro lado.

¿Quién eres...? —preguntó Jungkook, con voz áspera.

Soy un trabajador de la casa... ¿Quién llama?

Soy Jungkook.

Oh, Dios. Jefe Jeon. Perdón, iba camino al salón y el teléfono no dejaba de sonar, así que lo cogí... Lamento haber entrado en su habitación sin permiso.

—No importa. Tengo una pregunta.

Sí, señor. ¿De qué se trata?

Jungkook inhaló profundamente antes de hablar. Su garganta se sentía seca, como si su propia voz le pesara.

Jimin... ¿está en casa?

Apretó el auricular con fuerza. Preguntar por Jimin no era algo trivial. Su respuesta determinaría si había sido traicionado o si él también era una víctima más.

ALL FOR YOU  ( KOOKMIN) 💜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora