Capítulo 2: ¿Resaca post-fiesta?

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A la mañana siguiente, me dolía un poco la cabeza. Natural. Bebimos mucho, maldita resaca.

Kirk y yo estábamos en plena desnudez, no hacía falta decir porqué. Sólo cabe destacar el acontecer actual:

Los brillantes rayos solares de la tarde penetrataban la ventana, al punto de que la hostigación en mis ojos era bastante. Ya era hora de levantarse. Me daba una gran flojera hacerlo, yo seguía en "vacaciones" de mi trabajo, así que... podía flojear un rato más con mi novio en cama.

Yo insistía en el romance, en querer darle amor, sin embargo... Kirk, de la nada, regresó con sus ataques de pánico extraños:

- ¡Me van a comer! -gritó y yo le observé en confusión, sacudió las sábanas desesperado y se sentó en posición fetal, temblando.

- ¿Ah? ¿Qué? -bostecé, rascándome la cabeza sin comprender mucho- ¿Todavía?

- ¡S-sí! -su respiración se volvió irregular- Y me sigue picando... Lars, ayúdame...

Pensé muy bien en las circunstancias, mucho yo no podía hacer si todo lo que él veía era falso.

- Ehh... es la resaca que te pone así, cariño... -traté de excusarlo todo con eso, sin mucho éxito.

- ¡No! -se sentó erguido, se limpió a si mismo, sobretodo en las piernas y comenzó a rascarse.

- ¿Sabes? Esnifaste más que yo, seguro la cocaína hizo un efecto secundario en ti o tal vez el poder alucinógeno aún no expira o qué sé yo.

- No, yo... yo... ¡ah! -comenzó titubeando y entró en pánico, se rascó la cabeza y las caderas- ¡Pica, pica!

- Ya, ya... -le agarré de las muñecas con brusquedad, buscando tranquilizarlo- Mejor vamos a darnos un baño los dos y ahí se te va a pasar la picazón con el agua.

- Pero... los insectos... -bufó- luego me alcanzarán... -suspiró un tanto deprimido- tengo miedo...

Rodé los ojos, supuse que Kirk quería llamar la atención de forma idiota con esos escándalos o algo de ese tipo.

- Ya, vamos, rápido -ordené.

- Ah, yo...

- Va a ser peor si no te apuras. Insisto, vamos a la ducha.

Me levanté, busqué un par de toallas y tomé en brazos a mi novio. Lo cargué hasta el cuarto de baño, acomodé las toallas en su lugar y encendí la regadera. Ambos entramos a la ducha con la intención de relajarse, o al menos eso esperaba yo. Así fue al principio, el agua tibia acariciaba nuestros cuerpos desnudos, nuevamente yo insistía en el romanticismo; entregarle mi infinito amor mediante besos y caricias.

Todo acabando con una mala reacción suya:

- ¡Se mueren, se mueren! -exclamó en felicidad.

- ¿Qué? -le contemplé atónito, eso fue bastante mata pasiones- ¿Qué onda? ¿Quiénes?

- ¡Los insectos! En el agua... -se explicó- ¿No los ves? -señaló y yo le negué sin ver nada- Están muriendo ahogados, sin embargo hay otros que quieren entrar... -hizo una mueca.

- ¿Te pica mucho ahora? -consulté, preocupado de cierta forma, osea, ¿qué onda?

-

- El agua tranquiliza mucho el ardor... -suspiró- Cuando me salga de aquí, me van a volver a picar...

- ¿Y de dónde crees que salieron? -le tomé de la cintura y apoyé mi rostro en su hombro- Porque te juro que no veo nada, mi amor.

- Me siguen desde anoche, en el camino a casa... Tengo miedo, Lars -confesó con voz temblorosa-, mucho miedo -suspiró-. Me quieren comer vivo y no sé por qué.

- Oh, Kirk... -besé su mejilla, frustrado- No hallo manera de hacerte ver que todo ésto es una farsa, no es real...

- No, no lo es... -insistió, de brazos cruzados y alejándose de mi-, yo los veo, siento las picaduras, las veo también.

- Kirk, no, no estás...

- ¿Por qué no me crees? -me interrumpió, se veía desilusionado- Quiero que me ayudes... -bramó- que me salves, tengo miedo.

- Kirk, te lo estoy diciendo; es una farsa, por favor, entiende, nada de eso es real, querido.

Tras varios minutos de charla conflictiva, decidí que lo mejor era salir de la ducha -aunque Kirk se negaba con rotundidad-, lo malo es que el escándalo fue mayor por esa misma decisión:

- ¡No! ¡Fuera, fuera! -bufó, sacudió ambas piernas y empezó a rascarse- ¡Déjenme!

- Joder, Kirk -le llamé la atención, aburriéndome de esa conducta suya-: para tu escándalo, no hay nada y punto.

- ¡Sí, si hay! -sollozó y rodé los ojos.

Salió corriendo de allí, reventando en llanto además. Suspiré, hartado. Terminé de secarme con cuidado, oyendo a mi novio gritar y sin prestarle mayor atención. Caminé pacíficamente hasta el cuarto, lo pillé tirado sobre la cama, temblando y rascándose, teniendo la piel enrojecida e hinchándose un poco por rascarse tan fuerte.

- Kirk -llamé a su vez que me sentaba a su lado- ¿Cuántas líneas aspiraste? Temo de que estés intoxicado todavía, es que... todavía alucinas.

- No, yo no... -mantuvo el silencio por un par de segundos- sólo, sólo sálvame...

- Tú aguanta, no más, un ratito. Yo te voy a ayudar -sonreí porque me llegó una idea que lo calmaría un poco, quizás.

Ignoré todo comentario y alarido que me hiciera, me vestí con una playera y jeans simples. Después ayudé a mi novio a colocarse de nuevo el pijama, fui a buscar corriendo, entre la basura un recipiente vacío de veneno para insectos en spray.

Al regresar a nuestra habitación, fingí rociar el veneno por el área, sobretodo cerca de la cama.

- Acuéstate, ya los maté a todos -esperaba que se la creyera con eso.

- No, mentira... -mordió su labio inferior, lleno de ansiedad, seguro está- Todavía quedan.

- Bueno, la cama tiene veneno, si se acercan a ella, morirán en el intento. Así que, estarás a salvo si te acuestas.

- Hm... -pareció dudar al cien por ciento, como si meditara muy bien la situación y se haya creído el cuento del veneno- no lo creo, bueno... es mejor que nada -hizo una mueca y suspiró.

Se sacudió sus ropas por última vez, y entró a la cama, tapándose hasta arriba, temblando por el constante miedo o eso creo que es.

Le tomé repetidas veces la temperatura, sin creer que la fiebre no existía. Le entregué dos cápsulas de paracetamol y una cucharada de jarabe por si acaso, si era resaca quizás se reduzca con eso. Me mantuve a su lado, cuidando de mi novio por toda la tarde, dándole mucho amor. Frustrado yo estaba y todo lo que quieran, no obstante, yo nunca refutaría mis sentimientos hacia él.

Kirk aveces tenía los ataques de la nada, comenzaba a gritar por ayuda, yo ayudaba a que se calmara y de nuevo venía con gritos. Deliraba con pulgas, lombrices y termitas, así me lo contaba a mi.

Yo no paraba de escuchar con suma atención y tratar de hacerlo entrar en razón. "Seguro es la resaca" me dije en varias ocasiones ese día, y rogaba con todo mi corazón que fuera sólo eso y no algo mucho más grave.

Infected mind and skin (Metallica, KLARS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora