Capítulo 7: Mejoras increíbles.

197 30 10
                                    

Kirk lleva varios meses con el tratamiento de los antipsicóticos. Y lleva seis meses enfermo, aproximadamente. A estas alturas está casi sano, eso me enorgullece mucho.

- Te quiero mucho... -susurré en su oído, hoy no me tocaba trabajar y estaba contento porque podía regalonear con él en cama sin que nadie nos interrumpiera.

- Yo también... -se acurrucó en mi pecho- si no fuera por ti... seguro ya me habría intoxicado con tanto insecticida o me suicidaba por no soportar... eso.

Eso era verdad, se trataba de un trastorno poco común y con taza de mortalidad no muy alta, pero, teniendo en cuenta que la depresión es uno de los factores que pueden causar la patología -y en el caso de mi novio lo fue-, entonces, él sería más propenso en caer en el suicidio y no, eso no sería posible mientras yo viva.

- Nunca permitiría que acabes con un final así -afirmé, esbozando una ligera sonrisa-, te amo demasiado para que te vayas de este mundo. Te necesito a mi lado... -besé su frente tibia y volví a sonreír.

- Gracias... en serio, gracias... -cerró sus ojos y rozó su mejilla contra mi hombro, abrazándome por un costado.

Deslicé mi mano derecha, acariciando con la yema del dedo índice desde sus labios, bajando por su barbilla, el cuello, la clavícula, su pecho, su estómago... ahí me detuve. Su piel era increíblemente suave de nuevo, como antes de que empezara esta locura llamada Síndrome de Ekbom. No existían ronchas, una que otra cicatriz por rasguños feos que se hizo, casi invisibles a mi percepción. Se veía tan normal, tan sano... como cuando me enamoré por primera vez de él, sí, me he enamorado muchas veces de él, todos los días me vuelvo a enamorar con pequeños detalles, pero ninguna de esas ocasiones supera a la primera y en cómo me enamoré ese día en que nos quedamos en cama.

Mi novio era tan encantador...

Me levanté y dejé que se quedara recostado sobre la almohada, abrió los ojos y me observó en confusión, yo me limité a dedicarle otra sonrisa, una llena de ternura. Abrí un poco sus piernas y me posicioné entremedio de éstas, apoyándome lo menos posible en su torso pero sí en su cuello, repartiendo varios besos encantadores, aferré mis brazos alrededor de su torso y él envolvió sus brazos a mi cuello.

Acerqué mis labios a los suyos para comenzar con besos lentos y muy apasionados, nuestra piel desnuda rozaba sin embargo, por el momento no existían intenciones sexuales, aunque seamos una pareja que suela mantener relaciones de este tipo con frecuencia y que llevemos meses en "castidad", ésta no era una ocasión para eso. Era para demostrar ternura, amor puro y sincero. Que era dado y recibido de manera equitativa.

Nos susurrábamos amores en el oído, en un volumen silencioso para que nadie más sepa lo que ansiamos, que nadie más tenía derecho a saber lo perfecto que era nuestro romance, con altos y bajos, no obstante, siempre sobrepasábamos las barreras que se nos avecinaban en el camino.

Regresé a besar su cuello, oyendo leves suspiros de satisfacción por su parte, hasta que...

De la nada, me empujó con brusquedad para un lado. Me afirmé de la cama para evitar caerme...

- ¿Qué onda? -cuestioné, preocupado por esa reacción extraña.

- Sentí... algo. En mi abdomen... -murmuró, jadeando y sin dejar de mirarme a los ojos.

Me acerqué para ver qué era y...

- Joder, que me haz dado un susto -suspiré, cogí el elemento con un poquito de asco.

- ¿Es real? -parpadeó de forma anormal, yo asentí- ¿Qué era?

- Un pelo -se lo enseñé-. Creo que es mío, lo siento... -solté una pequeña risa forzada y él suspiró, más tranquilo.

- Me asusté mucho, creí que...

- Shh... -le interrumpí y me recosté a su lado, besé su mejilla- Estás tomando los antipsicóticos y como máximo, deliras una vez al día, ¿no? Debes calmarte o sino, empeorarás a como estabas en un principio...

- Ahh... tienes razón -sonrió con timidez.

Sonó el teléfono desde otra habitación. Rodé los ojos porque fue otra interrupción a mi romance. Me puse de pie para salir corriendo a contestar, era mi jefe, ah, qué emoción...

Resumiré todo con que me ofrecía hoy en la noche un par de horas extra que me las pagaría el doble, me la pensé bien... no quería dejar a mi novio tirado. Aunque ahora esté muy bien, que casi no alucina, no sé, me daba pena dejarlo solito aunque sepa cuidarse solo. Ya no era tan dependiente de mi como antes, aún así, no quería dejarlo ir.

Acepté la oferta con la condición de que me dejaran salir con él, porque necesitaba tenerlo a mi alcance.

De ahí regresé a la cama para continuar regaloneando.

Más tarde, fuimos a darnos una ducha y nos vestimos a la rápida, para irnos de casa. Desperdiciamos mucho el rato con tanto amor entre los dos, estábamos muy apurados a decir verdad. Salimos de casa, yo me estaba preparando para salir corriendo y noté una conducta anormal en mi novio; se quedó perplejo en medio de la acera, mirando hacia nuestro jardín.

- ¿Ocurre algo, cariño? -asintió- ¿Qué cosa?

Señaló el pasto.

- ¿Son reales o...?

Abrí más los ojos para contemplar y asentí.

- No vienen a por ti -advertí-. Son reales pero no querrán hacerte daño.

- ¿Seguro?

- Claro, mi amor -nos dedicamos una sonrisa sincronizada-. Vamos andando que estamos un pelín atrasados.

- Ah, ok, vamos...

Llegamos al bar cutre, noté que mi novio iba a pedirme algo en la barra y se lo negué, a lo que me hizo un puchero muy adorable, cruzó los brazos y forzó una actitud infantil:

- ¿Por qué?

- Estás en un tratamiento psiquiátrico, amor, si te he traído, es para que no te quedes solitario en casa, tengo que estar cuidándote. Tus padres están ocupados hoy, así que mejor quédate quietecito aquí sin beber.

- Insisto, ¿por qué no puedo beber?

- Eso empeoraría tu situación mental, aparte, si ves algún vendedor de droga, te atreves a comprar algo y te... eh... te dejo sin follar otro mes más.

Pareció pensarla bien.

- Ok, nada de drogas, lo tengo claro... -hizo una mueca en disgusto.

- Te amo -cambié de tema, fulminándolo a su vez con la mirada.

- Yo más, pero... los borrachos que están en la cola quieren sus pedidos ya -hizo una sonrisa sugestiva y alzó las cejas, en aquel instante salí de mi burbuja de amor para notar la cantidad de pedidos atrasados que tenía por hacer.

- Ah, vale... mejor me apuro, de todas formas, no te perderé de vista ni un segundo, que te quede claro -posé dos dedos señalando mis ojos y luego los suyos.

Soltó una risa realmente encantadora.

- Vale, no me pierdas... -guiñó y lanzó un beso.

Embobado, lo recibí con muchas ganas.

Seis meses con un trastorno psicótico que tiene cura y el caso más grave duró diez meses, ¿él sobrepasaría ese límite o le queda poco para su recuperación definitiva? Sea lo que sea, sólo quiero que acabe pronto, lo más pronto en lo posible.

---

Nota: Penúltimo capítulo ya, ay, espero que les guste este fanfic tanto como a mi ;-;

Besos y abrazos pa' todas :3

Infected mind and skin (Metallica, KLARS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora