Prólogo

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Siempre fui diferente a todos, lo tenía asumido. Sentía un poder que me consumía, pero que a la vez, parecía insignificante, como una ilusión. Y creí que siempre me sentiría con esa impotencia, incluso teniendo solamente siete años.

Buscaba entre las sobras algo que poder comer, tanto para mí como para mi hermana pequeña. Sólo encontré dos manzanas, pero era más que suficiente para acabar con aquél arduo día.

-Aquí tienes, Mine -le tendí la manzana, y aquellos brillantes ojos marrones me miraron. Inmediatamente, comenzó a comer.

La miré y, cuando estaba a punto de darle un mordisco a la manzana, un fuerte estruendo hizo que parara en seco. No podía creerlo...

Acnologia, un poderoso dragón, el cuál investigué en un libro que llevaba conmigo en una mochila siempre, estaba delante nuestro, arrasando la aldea.

No, no era posible. La magia solo eran palabrerías, no era real. Pero... ¿Qué era aquella energía que siempre sentía? Mi hermana era demasiado pequeña como para hablar conmigo, un año no era mucho tiempo. Aunque sabía que también la sentía, aquél poder que provenía de nosotras era algo muy extraño, como en los cuentos de hadas.

Un joven de ojos rojos y pelo negro apareció de la nada y abrió una especie de portal en el que fui sumergida. Oh no, mi hermana.

-Aquí estarás a salvo, Mine estará bien -dijo aquél chico.

-Quiero estar con ella -comencé a llorar, por lo que el chico me abrazó y me dejó caer, sin Mine, totalmente alejada de lo que alguna vez fue mi mundo.

-Te quiero, Ady, -susurró -nos veremos, te lo prometo.

Y me adentré a un mundo en el que encajaba, con el poder que sentía creciendo en lo más profundo de mi ser.

Estaba lista para ser la reina de las hadas.

La luz que ilumina las sombras [Rogue y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora