La Amistad de los Omegas

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Feliciano estaba contento.

Su hermano mayor, Lovino, y él iban a ir a una pequeña fiesta o convivencia con sus demás amigos Omegas, algunos acompañados de amigas o amigos Betas.

Él iba a ir acompañado de Elizaveta, una joven Beta hermosa y agradable, mientras que su hermano iba con Emma, una vieja amiga de la infancia del mayor, también Beta y simpática.

-Vamos, Feli, que se nos hace tarde.- llamó la castaña que se encontraba junto a la otra mujer Beta, la cual sonrió al ver a los hermanos salir de la residencia Vargas.

-¡Adiós, abuelo!- gritaron los dos muchachos al ver al hombre en el jardín.

El Alpha sonrió y se despidió de sus nietos con un movimiento de manos, para después retirarse a su casa a hacer una comida para él solo, ya que los Omegas le habían anunciado que se quedarían en la casa de su amigo (más bien de Feliciano) Honda Kiku.

Feliciano durante el viaje se la pasaba viendo por la ventana del vehículo en el que iban, observando a las demás personas caminar. No le importaba muchos los rasgos físicos de la gente, sino si tenían sonrisas en sus rostros. Al final sus ojos divisaron a un rubio muy bien peinado, de ojos azules y carácter serio. Desde adentro y simplemente viéndolo el castaño podía asegurar que ese hombre era Alpha, simplemente por como la gente parecía intimidada al pasar junto a él. El hombre rubio sintió la mirada de alguien sobre él y se giró para buscar al dueño, pero el automóvil ya se estaba alejando, por lo cual solo pudo observar un rulito castaño.

Por otro lado Lovino escuchaba las anécdotas de su amiga belga, que iba sentada en el asiento del copiloto y la húngara manejaba.

La joven rubia hablaba principalmente sobre su familia, que consistía de dos hermanos varones, uno mayor que ella y otro menor, y un primo español. La Beta se escuchaba feliz al hablar sobre ellos, hasta le pasó una fotografía de ellos que siempre cargaba.

En ella se veían a dos rubios, uno serio y con bufanda y otro sonriéndole a la cámara, mientras que en el medio, y pasando sus brazos por los hombros de los otros dos, se encontraba un castaño de ojos verdes y una gran sonrisa llena de optimismo y alegría. El muchacho al instante dedujo cuales eran los hermanos de la joven y cual era el primo, por lo cual no hizo más preguntas.

Feliciano se giró cuando notó que hablaban de familia y sonrió.

-Ve~, quisiera ver a Romeo.-dijo el menor de los gemelos tomando la atención de la belga.

-¿Quién es Romeo?

-Nuestro hermano menor, el nonno lo mandó a un internado hace unos años.- contestó el mayor de los Vargas mientras le devolvía la fotografía a Emma.

-Seguramente es apuesto como ustedes dos.- comunicaron en sincronía las Betas, halagando a los italianos.

Después de esa pequeña charla los cuatro llegaron a la casa de los hermanos americanos. Tocaron la puerta y esperaron un tiemp razonable hasta que por fin abrió la puerta el Omega mayor de la casa.

-¿Vienen a ver a los chicos, no?

-Así es, señor Williams.- contestó Elizaveta.

-Oh, no me llames así, me siento más viejo. Llámame Charles.

-Mom, ¿qué pa- -Alfred bajaba por las escaleras alertado por el ruido, y alcanzó a ver que sus amigos ya habían llegado. - Oh, vengan, pasen.

Charles se hizo a un lado para que los invitados pudieran pasar a la casa, y se encontraron con que ya se encontraban ahí su amigo Kiku y su medio hermano mayor, Yao.

Por Conveniencia [HIATUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora