Parte. 112- El portador de la Victoria

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En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier estadio grande o área deportiva que puedas encontrar. Cuando alcances la recepción, pregunta si "La Gran Lucha" se lleva a cabo. La mayoría de las veces, el trabajador te mirará curiosamente y responderá que no. A veces, se inclinará con entusiasmo, y te preguntará si quieres comprar un boleto. Di que sí. Te sellará un boleto y te hará pasar, pero si ya lo tenías programado, justo antes de darte el boleto te preguntará, "¿De qué lado estás?".

Éste es el punto crítico: Rápidamente, responde: "¡Vengo por la emoción!". Responder otra cosa hará que todos los que puedan oírte te despedacen violentamente, pues les parecerá que estás apoyando al contrario.

Toma el boleto y dirígete hacia el ascensor. Pulsa el botón que te lleve al piso más alto. A medida que subes, la vista de la ciudad a través de las ventanas se irá haciendo progresivamente más antigua, pasando desde una ciudad moderna en 1930, a una extensa y humeante metrópoli del siglo 19, y así sucesivamente. No importa qué botón hayas presionado, el ascensor subirá mucho más allá, y la ciudad se tornará más y más antigua, hasta que finalmente te encontrarás en un ascensor moderno mirando por encima de una ciudad muy similar a Roma, pero que no lo es.

Sal del ascensor. En el momento en que las puertas se cierren, un hórrido golpe se oirá, y ya no podrán ser abiertas de nuevo. Disfruta del espectáculo a tu alrededor. Estarás en el nivel más alto de una gran e imposible arena similar a un coliseo, que parecerá dejado en un mal estado casi infernal. Materiales no identificables oxidan los muros, los pilares estarán agrietados y en ruinas, y el techo ennegrecido estará lleno de agujeros. Los asientos estarán repletos de criaturas horribles produciendo ruidos perturbadores, todos viendo una intensa batalla de gladiadores ocurriendo en la parte inferior del coliseo.

Pon a la vista tu boleto, y busca tu asiento entre las criaturas. No debería ser difícil – los asientos estarán ya marcados. Una vez lo alcances, siéntate y mira la lucha. Luego de siete minutos, acércate a la criatura que tengas a uno de los lados y pregúntale con complicidad: "¿Cuáles son las probabilidades de sobrevivir?" Mirará alrededor, se volverá a ti y te responderá en un sorpresivo timbre humano: "No muy altas".

Un súbito grito vendrá de la 'gente'; uno de los gladiadores ha caído. El restante clavará su espada en la cabeza del hombre caído, se enderezará, y llamará de entre la multitud burlona, "¿Quién será el siguiente en enfrentarme?"

Si no tienes una espada, guarda silencio. Una se te entregará pronto de dos posibles formas: ya sea lanzada bruscamente a tus manos por el lado de la empuñadura, o directo y más bruscamente en tus costillas, por el lado del filo. Si has ganado la Espada del Rey Blanco, desenváinala discretamente. Por el momento, no quieres llamar la atención hacia tus armas, para no ser linchado y destrozado.

Luego que el gladiador llame desafiante dos veces más, levántate de tu asiento, alza tu espada en el aire, y grita con toda la fuerza que tus pulmones te permitan, "¡Acepto tu desafío, Portador de la Victoria!".

El coliseo caerá completamente en absoluto silencio. Las criaturas te mirarán sin hablar y lentamente, como un océano, te abrirán un paso hacia abajo. Ve por ahí rápidamente, pero no demasiado, no quieres cansarte y es un camino muy largo. Cuando llegues abajo, salta sobre la arena y enfrenta al gladiador. Su cara estará cubierta por un demoníaco casco de bronce, y llevará una enjoyada y oscura espada, además de un pavés (escudo con puntas en el frente) completamente deslustrado.

Lucha tan duro como puedas, aunque todavía puede no ser suficiente, porque este hombre ha luchado toda su vida, y sólo te ve como otro rival patético. Si caes, no te dará ninguna misericordia, y sufrirás la misma suerte que su oponente anterior. Reúne toda tu habilidad y, con un poco de suerte, podrás derribarlo.

La multitud pedirá sangre, pero no los complazcas. En lugar de eso, levanta la espada en alto sobre la cabeza del campeón caído y pregúntale: ¿Quién es Él y por qué permite que estas cosas pasen?

El campeón te responderá con cierta lentitud. Él tartamudeará un poco al principio, pero luego irá retomando la velocidad y se introducirá en la historia. Se trata de una historia macabra, quién es Él, como llegó a ser quien es, y una explicación profunda de todas las cosas: lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo, y lo que todavía tiene que ocurrir.

Él se encogerá de miedo un poco y preguntará: "He pagado tu precio, ¿puedo ser liberado de mi carga?" Suspira, cierra los ojos y responde: "No lo has hecho. Tú sólamente has añadido tu carga a la mía". Con todas tus fuerzas, dirige tu espada directamente a su cabeza.

La multitud gritará imposiblemente fuerte por un momento, y se desvanecerán. El líder de los juegos lentamente caminará hacia ti de rodillas. No es recomendable ser irrespetuoso. Cierra tus ojos y simplemente escúchalo acercarse. No es buena idea mirarlo, pues su forma real se volverá más aparente cuando se acerque, y podrá desgarrar incluso la más poderosa de las mentes a la locura.
Él dejará algo alrededor de tu cuello y aplaudirá una vez. Abre los ojos.

Estarás en el techo de un edificio a tres cuadras del estadio. Si llevaste la Espada del Rey Blanco, límpiala y enváinala. La furia del Rey Blanco ha sido calmada por ahora. Si la espada no es tuya, no te molestes en limpiarla, arrójala lejos, hacia fuera. Luego, mira lo que llevas en el cuello.

El medallón que llevas es el Objeto 112 de 538. Tu victoria es aparente, pero ahora todos ellos quieren destronarte de tu título.

Los portadores (the holders)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora