Lapsus del ayer

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Atravesé la puerta sin saber que esperar al pasar por ahí, solo quería quitarme la sed, estaba cansada y distraída, el sudor me bañaba la frente, tenía los ojos entrecerrados y arrastraba los pies, cargaba en la palma de la mano derecha unas monedas, no recuerdo cuantas exactamente o cual era su valor. Llegue al mostrador y me apoyé en el, dejé que mi peso se repartiera sobre aquel cristal. Me sentí tímida, lo cual me dejó extrañada por que suelo ser una persona en la que no hay lugar para la timidez, pero en ese momento la sentí; quizá mi vieja amiga decidió visitarme en ese preciso momento.

-agua por favor.-

Extendí el brazo para pagar y el roce de aquella ajena piel hizo que instintivamente retirara la mano y la esconda detrás de mi espalda.

Primer acercamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora