Capítulo 5: Jongin

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Miramos el amanecer, dices adiós, no retiramos.

Algo de conversación, sin contemplación nos ponemos en camino.

El coche se calienta, salto de mi asiento a un lado de la carretera, cariño.

(Secret, Maroon 5).

(Secret, Maroon 5)

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     Creí que estaba algo avergonzado por su comportamiento y que por eso no me hablaba, solo cerró los ojos y se apoyó en la ventana durante todo el trayecto a mi casa. Cuando llegamos, tuve que tocarlo para que se diera cuenta, me pareció que había estado durmiendo, fue muy extraño, pero nada comparado con lo que ocurrió después.

     La casa era pequeña: sala y cocina, un par de habitaciones y dentro de una de ellas un sanitario, porche y jardín trasero, todo bastante reducido. Era ideal para un soltero como yo, en realidad.

     —¿Es tu propia casa? —me preguntó echando un vistazo alrededor.

     No era mía sino de mi madre, ella creció ahí antes de conocer a papá y mudarse a otro lugar, cuando cumplí catorce mis abuelos maternos fallecieron y mamá heredó la propiedad. Desde entonces rentaba la casa, pero cuando fui admitido en la universidad de acá, solamente me la cedió. Ella y mi hermana me visitaban de vez en cuando, papá lo hacía aún menos, siempre estaba ocupado. Sin darme cuenta, le solté toda la información a mi invitado, quería que se sintiera cómodo aunque parecía no prestarme mucha atención.

     En cuanto el pequeño y tatuado tipo notó mi refrigerador, se lanzó dentro de él, sacó el cartón de leche y bebió directamente de la caja, se escurrió un poco del líquido por la comisura de su boca. Mamá había pasado un par de días conmigo esa semana, antes de irse, horneó rollos de canela y dejó unos cuantos dentro de un recipiente de plástico, sobre el comedor, pues esos rollos también fueron víctimas del aparente apetito voraz de mi invitado. Él ni siquiera me pidió permiso, solo los vio y empezó a echárselos a la boca y a beber más sin tan siquiera masticar adecuadamente. ¿A quién había recogido en ese bar de moteros? Creí que era un humano, pero no, ahora estaba bastante seguro de que era un cerdo con tatuajes, lo supe sin duda alguna después de oír el eructo.

     —¿Un retrete? —me preguntó con la boca llena, pude ver trozos de un rollo de canela semi masticado.

    —En mi habitación —le señalé.

     Él entró corriendo en ella y lo escuché encerrarse en mi sanitario, me pareció oírlo vomitar. Empecé a limpiar el desorden de migajas y gotas de leche. Estaba bastante asqueado, no suelo ser muy delicado, pero soy quisquilloso con la gente que no conozco y ese tipo ni siquiera me había dicho su nombre, definitivamente no me iba a acostar con él. Luego de unos minutos lo escuché abrir la ducha. Resoplé. Se estaba dando un baño sin pedirme permiso, era un confianzudo y yo me la tenía bien merecida por meter a cualquiera a mi casa.

Proyecto Haema [Fanfiction EXO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora