Cupido lleva años desaparecida y su ausencia está empezando a causarle problemas a los guardianes.
Descubre el poder de los vínculos eternos (amor y amistad) en nueva aventura donde Jack Frost, Santa Claus, El Hada de los Dientes, El Conejo de Pasc...
Cinco días, cinco días habían pasado desde que perdimos a Cupido; al parecer es ese tipo de personas que se extravían con mucha facilidad. Todos regresaron a sus ocupaciones, con la Navidad a dos días de llegar Norte tenía mucho por hacer. Como Conejo y yo éramos los menos atareados rondábamos por aquel bosque varias veces al día con la esperanza de encontrarla, siempre regresabamos decepcionados.
Hablando de decepciones, sucedió. Retumbó en mis oídos el golpe del mazo del juez al cerrar el caso de divorsio de los padres de Jamie, estuve en la audiencia a su lado retorciéndome del enfado, no paraba de repetir en mi mente "si tan solo Cupido estuviera aquí".
Fuera del lugar el frío estaba más intenso, quizás mis emociones hicieron el invierno aún más crudo. Llevaba la capucha de mi suéter puesta y las manos en las bolsas, estaba molesto, muy molesto. Nada estaba saliendo bien, pero no podía dejar a Jamie atrás. —"Sé que te prometí que lo solucionaríamos..." —"No te preocupes, Jack, ni tú ni yo tenemos la culpa que mis padres ya no se amen". —"¿Y qué hay de tu hermanita? ¿Qué tal lo está tomando?" —"Cree que papá se irá a un viaje de negocios y que no volverá en mucho tiempo. Está muy pequeña como para decirle algo así, quizás ni lo entienda, le afectará demasiado... más que a mi". —Agachó la mirada. —"Escucha, Jamie, sí hay una solución. Solo necesito tiempo para encontrarla otra vez y convencerla que..." —"Jack, está bien. ¿Por qué no mejor vas a congelar algo? Debe haber niños queriendo jugar en sus trineos por ahí". Corrió a subirse al auto de su madre.
¿Por qué no mejor voy a congelar algo? Fue frustrante, me sentí incapaz, sentí que le había fallado. —"Soy un fracaso..." —Me lamenté. —"¡Viento, llévame lejos de aquí!" Cubrí mis ojos con la capucha del suéter y dejé que las ráfagas me elevaran, no me importaba a dónde me llevarían, quería escapar de aquella cruel realidad. Cuando descubrí la vista no sabía en donde estaba, solo que hacía calor, mucho calor. Bajé hasta la playa donde estaba fresco, la brisa salada se sentía bien, me senté en la arena a pensar mientras el agua llegaba a remojar mis pies. No me abandonaba la decepción, estaba deprimido, ya no creía en mi mismo, me sentía derrotado. En aquel momento de reflexión vino a mi un recuerdo, uno muy preciado, recordé el primer abrazo que recibí de un niño cuando me convertí en guardián, aquel niño era Jamie, mi mejor amigo, fue un gran momento. Sonreí de repente, aquella tormenta que acechaba mi mente se disipó, fue entonces cuando todo encajó [...] me puse de pie y miré hacia atrás. —"Sabía que eras tú". —Exclamé.
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Sopló el viento con fuerza...
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