Capitulo 3: Ojos violeta

17 2 1
                                    

Era una hermosa mañana, los rayos del sol brillantes que entraban por la ventana iluminaban solo hasta la barra de la cocina donde se encontraba un joven escribiendo.

-veamos, supongo que sería bueno ir describiendo a los personajes de mi libro- pensaba seriamente mientras mordía el bolígrafo en sus manos.

Primero- empezó escribiendo- el protagonista, un joven aventurero, carismático, alegre, con un sexi lunar en su mejilla izquierda, el cabello negro, ojos marrones, piel canela, ejercitado, mirada limpia, asombrosamente guapo. - hizo una pausa, -¡no pude haberme descrito mejor! Jajaja- soltó con una risa altiva, tenía claro que no todo lo que dijo era verídico, lo único que era cierto era su descripción física, pero para él eso era lo de menos. Continuó- Un cantinero de unos tres metros de altura (exagera), fuerte y musculoso, con una cicatriz causada por un objeto con filo desde la ceja izquierda cruzando su ojo hasta la mejilla, sonrisa amistosa, ojos transparentes de color marrón, canas que cubrían su cabeza y cejas, bigote totalmente negro, dueño de un bar en condiciones poco aceptables y que si llegara a ser visitado por un inspector de sanidad se vería obligado a cerrarlo. – seguía escribiendo- una anciana de poco más de 60 años, con tantas arrugas que cada vez que las lágrimas salían de sus pequeños ojos grises mojaban su espalda – esbozo una sonrisa, continuó - mirada amigable que a primera vista daba la impresión de ser una buena abuelita pero un completo misterio y medio loca luego de hablar un poco con ella, viuda (suponía), y con más bienes y dinero que cualquiera en el pueblo (o eso le pareció) – hizo una pausa, pensaba que divagaba mucho, pero luego continuo escribiendo. – una joven que no pasaba los 25 años, muy simpática, ojos verdes brillantes, cabello largo y negro, piel color crema, alta, amistosa y graciosa al describir a los lugareños. – suspiró, ¿a quien más había conocido para agregar en el libro? El dirigió la mirada a través de la ventana que le daba una vista directa a el sendero por el cual se llegaba a su casa y parte del bosque, volvió su atención a la hoja de papel y prosiguió- un niño que a pesar de no tener más de 11 años de edad lleva el cabello gris y mechones negros, piel pálida, delgado pero no tanto como para decir que estaba desnutrido, llevaba ropa extraña que no parecían de este siglo no por vieja o dañada sino porque ya no se veían en estos tiempos, ojos... - se detuvo a pensar, no los había visto. Para nuestro joven escritor era muy importante verles los ojos a las personas, eso decía ya mucho sobre ellas, "los ojos son las ventanas del alma" decía.

Escuchó pasos detrás de él, giro la cabeza hacia su derecha y vio al niño recostado de lado en el marco de la entrada de la cocina frotándose los ojos, lo más seguro es que recién se había despertado.

Buenos días pequeño, ¿te sientes bien? ¿Tienes hambre?- empieza el joven muy amigablemente extrañado a la vez por el tono de voz tan suave que estaba usando mientras le hablaba al niño, él no era así. El menor se limitó a verlo de pies a cabeza, luego se dirigió hacia la salida sin más - ¿¡oye, a donde vas!? – exclamó mientras se levantaba de la silla siguiendo al pequeño. - ¿Qué no me escuchas? ¿Acaso eres sordo? ¡Responde! - El menor hizo caso omiso a los reclamos del escritor, tomó la perilla, la giró y abrió un poco la puerta, la luz entró por el espacio, él la contempló unos segundos, volvió a cerrar la puerta y se dirigió hacia un sillón que se encontraba a un extremo de la sala, acto seguido se recostó sobre él y sin mirar al joven que se encontraba en expectativa, soltó por fin con una fina voz, tono autoritario y algo arrogante.

-Sí, estoy bien, tengo hambre, no iré a ningún lado, si te escucho, no estoy sordo....Ya te respondí, ahora puedes dejarme en paz- recostó su cabeza sobre un brazo del sillón y cerró los ojos.

¿Cuál es su problema? ¿Que se cree este enano?- refunfuñaba el escritor mientras se dirigía a la cocina a preparar el desayuno.

Hizo el chocolate, frito huevos y salchichas, cortó el pan y sirvió el desayuno sobre la barra de la cocina.

-hey! Pequeño, ya está servido. Ven que se enfría- dice mientras se sienta y se asoma dirigiendo la mirada hacia donde este encuentra esperando respuesta. El menor se levanta y se dirige hasta la barra. Contempla la comida como si se tratase de un detective en la escena del crimen. Se sienta y se dispone a comer. Ambos guardan silencio, el joven escritor ve como el niño con cada bocado avanza más rápido, parecía emocionado.

-tranquilo, te vas a atragantar- afloja con una risita. El menor se detiene y lo ve de reojo seriamente, termina rápido y se levanta.

- Eres muy temperamental, eh?- le dice al pequeño mientras lo ve dirigirse hacia el sillón nuevamente. No recibe respuesta. Suspira. – espero que solo sea así porque le teme a los desconocidos...aun así es un desagradecido- también termina y recoge los platos. –Bonitos ojos... violetas... nunca había visto unos así, se me hacen familiares-.

%^"%

Bueno, este fue mucho mas corto que los demás. Espero que aun así les haya gustado, y comenten si ven algún error o tienen alguna sugerencia. Gracias por leer. Hasta pronto :D 

Vayan al vinculo externo. 

OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora