Estaba en medio de un callejón oscuro, delante de una librería cuyo destartalado letrero rezaba "Librería OTNA".
Pensé que el nombre era un poco extraño para una librería.
La puerta de madera estaba entreabierta y medio podrida y algunos cristales estaban rotos. Parecía estar abandonada.
De repente me vi arrastrada sin remedio al interior de aquella extraña tienda. Si me hubiese fijado un poco más tal vez me hubiera dado cuenta de que Álex, el extraño chico que había conocido hace poco, estaba allí, observándome.
El interior no estaba mucho mejor. Había casi veinte estanterías altísimas llenas de libros encuadernados en piel y metal, con el nombre en el dorso escrito con grandes letras doradas. Parecían tan antiguos que en el descubrimiento de América serían ya reliquias, pensé que con tocarlos se desharían en polvo. Al fondo, se veía, entre la penumbra, un robusto escritorio de roble que debía de ser de la misma época. Se respiraba un aire viciado como si hubiese estado cerrado durante siglos. Todo estaba oscuro y cubierto de una espesa capa de polvo, todo salvo un pequeño pasillo desgastado por las pisadas que se dirigía a una puerta abierta y medio sacada de sus goznes. Su interior estaba sumido en una profunda oscuridad y me dio la sensación de que intentaba salir por la puerta como un ente maligno con vida propia para atraparme en una insondable prisión de negrura infinita.
Y precisamente yo me dirigía hacia allí llevada por una poderosa fuerza invisible que me arrastraba sin poder resistirme. Me estaba empezando a asustar de verdad.
Al atravesarla me sentí como si estuviera en otra dimensión en la que solo existía oscuridad. Fui arrastrada por esa mano invisible durante lo que me parecieron horas hasta que a lo lejos vi una pequeña luz.
Cuando estaba más cerca vi que había una persona. A unos cincuenta metros de distancia lo reconocí, era Jake. Estaba de espaldas pero era él, no había duda.
-...no estoy seguro de que sea ella –estaba diciendo Jake, parecía asustado– no ha dado señas de tener ninguna habilidad extraña...
-¡Cállate! –lo interrumpió una profunda y airada voz que reverberaba por aquella interminable sala– Seguro que es ella, yo nunca me equivoco.
Al oír aquella voz sentí un escalofrío recorriéndome toda la espalda. Jake debió de sentir lo mismo porque se encogió como un cachorrillo indefenso. Intenté encontrar el origen de aquella estremecedora voz, pero no lo encontré, parecía provenir de todas partes como si estuviésemos dentro de su garganta.
-Tienes que terminar el trabajo antes de que ese mocoso de la resistencia se entrometa otra vez –continuo aquella voz incorpórea– ya nos ha robado suficientes objetivos.
¡Despierta! –oí una voz en mi mente– Tienes que despertarte antes de que te descubran y te maten.
***
Me desperté sobresaltada, cubierta de sudor frío y respirando agitadamente. Qué sueño más extraño acababa de tener.
Miré el reloj. Marcaba las 8:00.
A pesar de ir bastante justa de tiempo para llegar al instituto, me di una ducha larga y fría para intentar olvidarme de esa pesadilla.
A pesar de ello, cuando salí tenía el recuerdo del sueño más fresco que nunca, pero me había dado tiempo a pensar. Había decidido que primero iría al instituto para intentar distraerme y después me iría a contarlo a Jake. Pero había algo que me inquietaba: la voz que me había dicho que me despertara la había oído hacía poco y no sabía dónde. Y me jode mucho cuando hay algo que sé que sé pero no lo puedo recordar.