Capítulo 5

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-¡Ah! –se quejó.

Estábamos sentados en mi cama, le estaba limpiando la herida con una gasa que había en el botiquín de primeros auxilios con el que mi hermano Danny me curaba siempre que me caía, él siempre había soñado con ser médico pero nunca podrá serlo.

-No te muevas, ya casi está –se me escapó un mechón del moño que me hice después de salir de clase y Jake me lo apartó de la cara y lo puso detrás de la oreja.

-Ya está –recogí el botiquín y lo volví a meter en el baño.

Cogí el teléfono, marqué el número de mi madre. Al segundo tono contestó:

-¿Sí?

-Mamá, tienes que venir a casa, es urgente –intenté sonar tranquila pero estaba demasiado alarmada.

-¿Es tu padre? –preguntó casi afirmándolo.

-Ven.

Colgué.

-Debería irme –dijo Jake aún recostado en la cama.

-No, quédate –supliqué.

Lo que menos me apetecía ahora era quedarme sola.

Jake se levantó y se fue acercando a mí hasta que solo quedaron unos centímetros entre nosotros. Yo estaba temblando y ya una lágrima rodaba por mi afligido rostro y mojaba el extremo de mi nariz. Jake se acercó aún más y me rodeó con sus robustos brazos, le humedecí la camiseta cuando apoyé mi mejilla en su hombro pero al parecer no le importó. Estuvimos así un rato, yo llorando y él consolándome, no obstante el sonido del timbre interrumpió el abrazo.

Me separé de él a mi pesar, me sequé las lágrimas y fui a abrir la puerta apresuradamente.

-¿Dónde está tu padre? –preguntó mi madre con voz temblorosa.

Tenía la cara demacrada con unas profundas ojeras, no llevaba bien pasar las noches en vela. Sin esperar a mi contestación se dirigió directamente al salón, donde se encontró el cuerpo inconsciente de su marido.

-¿Qué ha pasado? –preguntó.

No quería que la culpa recayera en ellos dos, así que no respondí. Jake se debió de dar cuenta porque me miró esperando a que contestase.

-¿Y bien? –insistió Marian.

-Estaba borracho y cuando fue a levantarse se resbaló –mentí, esperaba que mi madre no lo notase ya que no era una buena mentirosa.

-Con... una bolsa de patatas –añadió Jake apresuradamente.

-Eso da igual –dije cortante.

-En la escena de un crimen, cualquier dato es importante inspectora –me guiñó un ojo.

Una sonrisa traviesa comenzaba a aparecer en mi rostro pero desapareció cuando me di cuenta de que mi madre estaba considerando meterme en un psiquiátrico.

-Mientras llamo a la ambulancia, me vas a explicar que hace este chico en mi casa.

-Es el hermano del compañero de Katy y se ofreció a traerme a casa. Se llama Jake y ya se iba, ¿verdad? Te acompaño.

Le abrí la puerta, le empujé suavemente y le susurré: "Lo siento".

-Mañana nos vemos, bella durmiente –se despidió.

***

Abrí el grifo y dejé que el agua fría corriera por mi cuerpo. Respiré profundamente y me relajé. Cerré los ojos y noté cómo se me iba los restos de refresco, cómo me iba librando de su pegajosidad.

Era la primera vez que me relajaba en toda la semana. Y en ese momento me di cuenta de lo mucho que había cambiado mi vida en tan poco tiempo: Habían atropellado a mi hermana terminando con la poca energía que le quedaba a mi madre, había conocido a Jake, el chico de mis pesadillas, y luego estaba Álex, que solo con mirarme me hacía sentir vulnerable y por si fuera poco, mi padre cada vez estaba peor.

Me percaté de que no había comido al final en la cafetería y que tenía un hambre terrible. Bajé a la cocina y freí unos huevos.

la cruda realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora