0.9 almendra

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Pensé que ese día iba a ser tan corriente, como el anterior. Pero no se sentía así. Estaba aquí, subiendo al autobús para volver a casa, y la sensación que me invadía desde que desperté no acababa. Le di los 25 centavos para el autobús, y luego pase a sentarme.

Extrañamente, no había mucha gente en el autobús. Solo una pareja de ansíanos, un chico piromaníaco, y una chica con cabello gris casi blanco. Suspire y me senté en el antepenúltimo asiento, atrás de la chica de cabello gris.

El autobús volvió a arrancar, y con ello me quede mirando a la chica. Por la luz que atravesaba la ventana, algunos de los cabellos de la chica se iluminaban. Su tez era tan clara como el tono de su pelo. Y su cabello se decoraba con unas flores. Ella voltio a ver a la ventana, y pude ver que sus ojos eran color avellana y eran tan oscuros como la noche.

Pude ver al piromaníaco acercarse a ella.

-Almendra, ¿me podrías regalar una de tus flores?-le dijo él. La chica asintió y le dio una de sus flores. El chico se sentó a su lado y empezó a quemar la flor con un yesquero, que había sacado de su chaqueta.

El olor a quemado se apodero del autobús, y cuanto menos me lo espere, ya estaba en la parada cerca de mi casa. Así que me levante del asiento y me dirigí a la salida del autobús. Cuando estuve afuera, vi a la chica desde la venta. Ella sonrió de lado, y el autobús partió nuevamente.

La siguiente vez que la vi. Tenía la duda de porque el piromaníaco le había llamado Almendra a la chica. Ella caminaba por la calle, y parecía dirigirse a la parada del autobús. Yo la seguí, inconscientemente.

Cuando ella se sentó a esperar el autobús, yo me senté a su lado.

-¿Me estas acosando?-dijo ella, como si fuera una afirmación. Me le quede mirando fijamente, sus ojos parecieron agrandarse. El avellana le resaltaba entre el gris de su cabello, y lo claro de su piel.

-Eso es depende de cómo lo veas. Tú dices que te acoso, y yo digo que te estoy estudiando.-replique ante su afirmación. Ella rio, dio un leve golpe a su rodilla, y sus mejillas se enrojecieron.

-Me estudias, para que el acoso sea profesional.-contradijo nuevamente. Yo negué.

-Déjalo así.-

-Soy Almendra.-se presentó ella. Yo sonreí, ese es el nombre más raro que he escuchado. Excluyendo el nombre de mí hermana, que es Fauna.

-Yo soy Finnegan, un gusto.-estreche mi mano con la de ella.

En un extraño sentido, y momento de locura por parte de mi madre. Según, el nombre Fauna, fue elegido esencialmente para que hiciera juego con mi nombre, que es Finnegan. Pude que se parezcan porque su letra inicial es la F, pero de resto no combinan. Es algo curioso, nadie piensa de igual forma, y seguramente de allí viene la dichosa, aclamada, y de vez en cuando despreciada tolerancia.

-Es raro que no preguntes porque me llamo así. Todo el mundo lo hace.-ella resoplo, apoyo su barbilla contra sus palmas.

-Yo no soy todo el mundo. Además, creo que tu nombre va perfecto contigo.-le dije. Almendra rio y me miro a los ojos.

-¿Por qué soy un completo fenómeno, o porque estas ciego y no quieres que te tenga lastima?-su sarcasmo era tan fluido que me dejaba perplejo. Me limite a reír, y a negar. No quisiera estar ciego para perderme el placer de ver a una chica tan..., hermosa como ella.

Cuando llego el autobús, los dos subimos a él. Nos sentamos juntos, pero el silencio hacia que nos sintiéramos solos. Hoy, como la otra vez, el autobús estaba prácticamente vacío.

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