✉ Oscuridad en ciernes ✉

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Al terminar de escribir su último verso, Aira cerró su cuaderno de poemas y lo tiró al suelo. Se echó sobre su cama e intentó respirar pausadamente, pero no pudo. Para intentar relajarse estiró todo su cuerpo. Luego dirigió su vista al techo. Este tenía la pintura descascarada, producto de la falta de mantenimiento y el clima de la ciudad:

‹‹Humedad... ››, pensó a la vez que volvió a cerrar los ojos. Pero el brillo del sol del incipiente verano le dio con todo en la cara, provocando que cerrara sus párpados con mayor fuerza. Cuando, sin embargo, la luz solar no le daba tregua alguna, abriéndose con más fuerza sobre su habitación, decidió alzarse y dar por terminada la batalla. En un santiamén cerró las cortinas de su cuarto, para luego hallarse en la oscuridad de su cuarto, en la soledad de sus sentimientos y en la profundidad de sus pensamientos. Quería meditar, quería balancear, quería escapar... Pero no podía.

El sonido del reloj despertador, que dictaba que eran la 1:23 pm, le hacía ver que el tiempo corría en forma inconmensurable, sin darle tregua alguna. No podía hallarse en el limbo de sus pensamientos durante mucho tiempo más. Debía tomar una decisión cuanto antes, ya sea escapar de su cita o ya sea arribar al lugar pactado con Rodrigo...

"Rodrigo", sonó en su interior aquel nombre masculino, que desde hace días le había parecido el más bello del planeta. De solo ver su rostro en su mente, sus mejillas se encendieron y el pecho le latió con fuerza. Decidió cerrar los ojos y enterrar su rostro sobre su almohada para permitirse soñar de nuevo con él. Aunque se hallaba sola en su habitación, se sentía espiada y avergonzada. De esta manera, aquél era el modo en el que prefería soñar con él... con el chico que invadía sus pensamientos, sus sueños y sus más terribles pesadillas.

Cuando menos se dio cuenta, su rostro y sus manos sintieron la rugosidad de las almohadas sin fundas. Esto hizo que las viera de reojo y que suspirara profundamente. Luego decidió colocarse boca arriba y observar todo lo que yacía a su alrededor. Cómo había cambiado su vida de un día para otro...

Los celos que sentía por las lectoras de Rodrigo la habían consumido tanto, deprimiéndola a tal punto que se había pasado en vela la noche anterior, logrando dormir solo un par de horas. En sus pesadillas había visto una silueta femenina y luego a varias más acompañando a un joven, a quien no lograba verle el rostro. Después de esto se había despertado jadeando y llorando de tal manera, al pensar que podría ser verdad lo que había atestiguado mientras se hallaba en los brazos de Morfeo. El solo pensar que Rodrigo podría estar con otra mujer provocaba que su estómago se retorciera de dolor, a tal punto de arderle y hacer que profundas lágrimas cayeran de sus ojos, convirtiendo a sus almohadas en lagunas de sus celos, sus pesares y sus tormentos.

Cuando aquellos dolorosos recuerdos volvieron a su mente, decidió lanzar las almohadas al otro extremo de su habitación. No quería deprimirse más. Debía tener la mente clara si es que quería llegar a la mejor decisión para los dos. Sea la que fuere, su estado "catatónico", como ella solía llamarle a su depresión, no era el más indicado para aquéllos momentos. Sin embargo... esto no dependía tan solo de ella...

Sus celos siempre la corroían por dentro. Y no quería volver a pasar por esta misma sensación. Sabía que le gustaba a Rodrigo, ¡él se lo había dicho ya! Sin embargo... sin embargo... esto no bastaba para convencerla a tomar la decisión adecuada.

Tenía miedo de que Rodrigo la rechazara. El tener solo quince años podía ser un impedimento para ambos. Ya meses antes había escuchado de una vecina de su cuadra que había sido rechazada por un muchacho, al cual ella se le había declarado. El joven le había dicho que él no salía con chicas menores de edad. No quería tener problemas con los padres de ella, que lo acusaran de "robacunas", al llevarle nueve años a la muchacha. Y, si bien, Rodrigo casi le llevaba siete años porque estaba próxima a cumplir los dieciséis, esto no hacía mucho la diferencia. Un año más o un año menos, ¿qué más daba? La brecha entre ambos era grande y no solo por edad.

Ansías y Poesías [Saga Ansías 1] ✓ - [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora