Capítulo 10: Pulgas y conejos.

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­Billy,Billy, Billy. No podía pensar diferente. Billy era una mezcla entre enojo y dulzura. ¿Qué más podía pedir?, si con él lo tenía todo. Billy era un ser humano fantástico y sencillo; inimaginable y real. Billy lo era todo para mí...

─ Heras, deja de babear─ habló Isabella y la ignoré─. Tonta Heras, te dejara antes de lo que te imaginas.

No le respondí.

A causa de la pelea con Isabella, nos habíamos ganado un castigo, y, era limpiar todo el almacén de vestuario y utilería del teatro. El lugar era enorme; había disfraces y vestimentas antiguas por todos lados; sin mencionar la cantidad de cosas que hacían que las obras fueran bien representadas.

Isabella estaba sentada en el suelo, con las piernas cruzadas y su ceño fruncido mientras peinaba la peluca azul que sostenía en su mano. Yo estaba haciendo lo mismo, sólo que sentada en una silla desplegable.

─ Lucía es más bonita─ dijo Isabella en voz alta─; no entiendo porque Billy la dejo.

Bufé. Isabella estaba haciendo que me enojara.

─ Eran la pareja perfecta─ dijo─. Supongo que Billy no está en su sano juicio; vamos, ¿por qué dejaría a Lucia?

No respondí nada.

─ Billy tiene talento para química y Lucia para física─ comentó Isabella─. Es enserio, ellos eran la dupla perfecta. ¿Tú en que eres buena?

Me preguntó y levanté mi mirada encontrándome con una sonrisa burlesca por parte de ella.

─ Lo siento─ fingió una cara de sorpresa─; no recordaba que no sirves para nada. En verdad lo siento, no debí recordártelo. ─ dijo Isabella con burla.

─ ¿Qué te hice? ─ le pregunté.

Isabella sonrió.

─ Nada. La pregunta sería─ me miró sería─, ¿qué te hice yo? ─ alzó una ceja.

Me encogí de hombros.

─ Envolverme en tú hipocresía.

El rostro de Isabella se tensó y, seguidamente, frunció el ceño.

─ ¿Cuál hipocresía, Elizabeth? ─me preguntó─ Si más lo recuerdo, fuiste tú quién te alejaste por no poder superarme.

Reí con drama ante su comentario.

─ Todo lo contrario─ le dije─, me aleje de ti por que descubrí que eres una víbora mentirosa.

Isabella me sonrió.

─ Entonces, tuviste suerte─ me dijo─ de que esta víbora no te mordiera.

─ Lo que hiciste fue peor que una mordida.

─ ¿Aún te duele? ─me preguntó─ No puedo creer que aún no lo superes─ sonrió─; veo que hice un buen trabajo. Estoy orgullosa de mi misma.

─ Estúpida─ murmuré y seguí con lo que estaba haciendo.

Luego de terminar de peinar las pelucas, las colocamos sobre varías cabezas de maniquís. Isabella era perfeccionista en todo, siempre lo había sido, y eso era lo único bueno que tenía. Seguidamente, nos ocupamos de acomodar todas las perchas de ropa que estaban regadas para acumularlas dentro de una caja de cartón.

La canción que seleccione como tono de llamada en mi celular, comenzó a sonar, y entonces atendí el artefacto.

─ Hola Chris─ lo saludé y con la mano que mantenía vacía, recogía una a una cada percha─. ¿Cómo te va?

Estrella BinariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora