Dos meses habían pasado. Muchas cosas habían cambiado para mejorar y otras para empeorar la situación. El esguince de Lexa, al fin, había sanado, Thiago era otra vez el mismo y Billy seguía siendo una dulzura conmigo. Hasta en mi casa había cambiado las cosas, ahora ya no éramos sólo mi madre y yo, ahora Jack era parte de nuestro hogar.
Al recordar la forma en la que mi madre pidió mi autorización para que Jack se mudara con nosotras, me hacía demasiada gracia. Ese día estaba lloviendo y, con mamá, nos manteníamos bien abrigadas en la comodidad de nuestra sala de estar; mamá había preparado chocolate caliente con galletas de vainilla.
─Estaba pensado─ inició mi madre mientras yo soplaba la taza llena de chocolate caliente entre mis manos─. Hace mucho que Jack es parte de nuestras vidas.
Mamá sorbió de su taza sin perder el hilo de la conversación.
─ ¿Qué tal si ya es el momento? ─ preguntó a la nada con ironía en su voz─. Ya no somos niños inmaduros, ya sabemos que es lo bueno y que es lo malo...
La interrumpí al no comprender el punto al que quería llegar.
─ ¿Vas a escaparte con él o qué?─ le pregunté y ella abrió los ojos con exageración.
Mamá negó y le dio otro sorbo a su chocolate.
─ Tú ya estas grande como para entender esta clase de cosas─ volvió a darle vueltas al asunto─. Así que, queremos hacer las cosas bien, como es correcto...
Volví a interrumpirla.
─ Mamá, ¿cuál es el punto de todo esto?
Ella suspiró con pesadez.
─ ¿Qué piensas sobre que Jack se mude con nosotras?─ me preguntó y pude notar la inseguridad en su mirada.
Negué.
─ Por mi está bien─ me encogí de hombros─. Siempre que no se meta con mis galletas de vainilla, yo estaré tranquila.
Mamá dejó escapar el aire que estaba reteniendo en sus pulmones. Ella se veía tan segura.
─ Gracias─ me dijo antes de poner su taza en el suelo, para luego besar mi frente.
─ No tienes que agradecer─ le dije─, a larga esta es tu casa y, tienes el derecho de hacer y deshacer.
Mamá se reía con ganas ante mi comentario.
Jack se había mudado una semana después de la "conversación" que mi madre había tenido conmigo. El tipo siempre me había agradado, o bueno, eso creía hasta que el lunes en la mañana me di cuenta que se había comido la última rebanada de tostada que había.
─ Te odio─ le dije a Jack mientras buscaba alguna bolsa de pan en la alacena─. Ibas bien hasta que decidiste tocar esa tostada─ seguí buscando sin tener éxito.
─ Fue sin querer─ trató de remediar la situación─. La vi en el tostador y─ lamió sus labios con exageración─, en mi defensa, la tostada me provocó.
Le hice una mueca y cerré la puerta de la alacena.─ Vamos─ dijo Jack─, no es el en fin del mundo.
─ No, no lo es─ le respondí─; pero se asemeja.
Jack se quedó callado. Él sólo me observaba desde la mesa del comedor mientras, que yo, rebuscaba una vez más cada cajón y repisa de la alacena.
─ Me rindo─ dije más para mí misma─. Comeré cereal.
Me bajé de la silla que había puesto para alcanzar las repisas más altas. Mi estatura no era tan exagerada ni tan, demasiado, poca. Jack se rió con exageración cuando intenté mover la silla otra vez a su lugar.
─ Deja─ me dijo y levantó la silla hasta llevarla a donde pertenecía: Frente a la mesa del comedor─. Tu estatura es bastante diferente a comparación de ese tal Billy.
Jack volvió a su anterior lugar y, yo, me servía cereal sacando la bolsa que lo contiene de la caja.
─ Billy es un gigante a mi lado─ le dije y vertí leche dentro del tazón─. ¡No te burles de mi estatura!
Jack reía muy ameno.
Empecé a comer en silencio, sin quitar la mirada de la pantalla de mi celular.
─ Elizabeth, deja esa cosa y come tranquila─ dijo mi mamá cuando entró a la cocina.
─ Está bien, mamá─ dejé mi celular a un lado y seguí con mi desayuno.
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Estrella Binaria
Science FictionImagina que tú amor platónico se enamora de ti... demasiado cliché, ¿verdad? Elizabeth Heras es conocida por siempre querer encajar, por hacer lo imposible para que otros la acepten y eso, a veces causa heridas internas, de esas que es imposible s...