parte ix

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El jueves se pasó volando, armando cajas y recordando historias, y llorando como si fueran dos personas a las que van a arrancarles un órgano. Y era así, casi. Se sacaron miles de fotos, y Phoebes se pegó a ellas como si su vida dependiera de ello.

—Yo también voy a extrañar a Ni —explicaba cada vez que Louis quería echarla del cuarto—, es mi amiga también.

Mientras desarmaban los muebles, hicieron promesas al futuro. Que iban a visitarse, y que iban a hablar cada día y que Niall siempre tendría una cama en su casa en Londres, y era lindo hacer de cuenta que eso pasaría. Que no iban a perderse después de unos meses, que no se olvidarían la una de la otra.

Después de la cena se encerraron en el cuarto —Phoebe finalmente las dejó en paz, por consejo de Jay. Pusieron música en el celular y se sentaron a jugar a las cartas sobre el colchón envuelto en plástico. Los Arctic Monkeys sonaban saturados en el pequeño parlante, y las dos susurraban la letra que se sabían de memoria.

Cuando terminaron la primera partida, y mientras Louis barajaba, Niall abrió los ojos de golpe como si acabara de recordar algo. Se estiró sobre el colchón para alcanzarse la cartera y revolvió en el interior hasta sacar un sobre rosado y lleno de stickers.

—Harry te manda esto —dijo.

Louis sintió que el mundo se detuvo por un instante. Hasta la música se silenció de golpe, antes de continuar por encima del zumbido en sus oídos y el despertar de las mariposas en su panza.

—Dijo que puedes verlo ahora o cuando viajes o cuando llegues o en diez años pero que, por favor, no lo tires —explicó y le acercó el sobre.

A Louis no le quedó más opción que tomarlo.

Era liviano, parecía vacío. Pero Louis temía lo que podría encontrar al abrirlo. Lo inspeccionó en silencio y no pudo contener la sonrisa al leer en el dorso, con letra desordenada: abrir en caso de tristeza o alegría o curiosidad o lo que sea , y del otro lado para louis, de harrIETTE (mentira, sólo harry).

Tragó saliva, guardó el sobre en el bolsillo y se atrevió finalmente a devolverle la mirada su amiga.

—Lo leeré en el camino, ¿sí?

La rubia asintió y por un momento hubo silencio de verdad. La canción había acabado y recién cuando mad sounds empezó a sonar, Niall siguió hablando.

—Le gustas, ¿sabes? Como, siempre le gustaste y una vez me preguntó si creía que tenía una oportunidad contigo y... ¿cómo voy a saber? ¿verdad? O sea, nosotras solíamos besarnos y eso, y, no es que le dije eso, pero no lo sé. Quizá te gustaban las chicas también.

—Sí, me gustan —confesó, porque si había podido con Ashton cómo no podría con Niall. Fue más fácil, todavía (quizá era el sobre en el bolsillo que la llenaba de coraje)—, como, exclusivamente de hecho.

—¡Oh! —Niall se quedó sin palabras, por una vez en su vida—. ¿Siempre te gustaron? —dudó—, ¿te gusté? ¿te gusto?

—¿Qué? No —respondió algo indignada porque, es decir, si había una persona a la que Louis le podría confesar su amor sin dudarlo, era definitivamente Niall Horan.

Como, la chica se casaría con ella sólo porque la hacía reír de vez en cuando.

—Oh, okay —asintió su amiga, y parecía aliviada. Louis sonrió divertida—, esa sería una gran bomba para soltar dos minutos antes de irte.

Ahora sí las dos rieron, demasiado fuerte (tanto que tuvieron que cubrirse las bocas con las manos). Fue catártico en verdad, dejaron ir con esa carcajada un montón de cosas que eran pesadas y dolían, como los secretos ahora sueltos y el futuro que les ponía la piel de gallina.

Rieron y Louis cerró los ojos e intentó guardar el momento en su memoria, no sólo porque iba a necesitarlo más adelante, sino porque en ese instante, con la música de fondo y el cuarto vacío de dolores y secretos, con el colchón haciendo ruidos graciosos cada vez que se reían y con aquella sensación de paz, de saber que era ella, toda y verdadera, para todos los que quería y que ellos la querían también; sobre todo con el sobre rosado en el pantalón que le prometía llanto pero también mimos infinitos... En ese momento, Louis era feliz.

Después, Niall le besó la mejilla y la abrazó por la cintura.

—Gracias por contarme —susurró.

Louis la abrazó más fuerte todavía.

—Gracias por estar aquí.



mad sounds, in your ears / girl!lourryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora