.Capitulo 2.

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Encontrarse delante de una gran casa. En un elegante barrio. En el pleno centro de Londres. No era algo que soliera hacer. Había estado en la mansión malfoy anteriormente, pero nunca la había intimidado, cosa que le ocurría en ese instante.

Las paredes blancas reflejaban con intensidad los pequeños rayos de luz que se colaban entre las nubes del cielo encapotado. Hacía que la casa pareciera aun más impresionante y espeluznante.

La verja crugio en el momemte en que la abrieron para pasar por ella. La casa no le estaba haciendo sentir precisamente tranquila entonces los dueños de la casa lo harían mucho menos, pues hay que tener unos nervios de hacero para vivir en una casa como aquella. Sabía que la familia de su tía, los Malfoy, constaba de dos miembros más, además de la mujer. Su marido Lucius, al cual había conocido en una de las amigables reuniones del señor tenebroso; y su hijo Draco. A este último no lo conocía personalmemte. Si había oído comentarios de todo tipo procedentes de sus compañeras de casa, sobre todo de tipo amoroso. Era raro que no se conocieran pero la verdad era que ambos habían evitado encontrarse en cualquier circunstancia.

Pasaron por la señorial puerta de la Mansión Malfoy. Como bien recordaba Lu la primera planta era enorme y toda recubierta de marmol blanco y brillante.

No había ni un solo alma recorriendo los pasillos de la casa. No se oía ni un solo ruido.

- Querida, su habitación esta en la última planta agirando a la derecha, al final del pasillo - dijo la señora Malfoy alterando el silencio sepulcral de la sala- ya está todo preparado. Es conveniente que subas y te abitues a ella mientras yo me dedico a algunos quehaceres.- y se marchó. La dejó sola en aquella monstruosa casa blanca y fría. Le esperaban unos días muy interesantes.

Enamorada de La SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora