CAPITULO 1

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« Me llamo Adeline Wiatrowsky, tengo diecisiete años de vida en este inframundo e injusto mundo. Perdí a mi padre en un misterioso y trágico accidente de trabajo cuando tenía once años, sufrí mucho esta perdida  junto con mi querida madre y hermanita menor, pero el tiempo nos ayudó a disminuir el dolor. Experimentamos circunstancias desagradables, penosas y peligrosas en cuanto a economía y salud, pero ya todo comenzaba a mejorar, nuestra vida era lógicamente aceptable a la anterior, pero... ¡lo perdí!, ¡lo perdí, lo perdí!, ¡todo por esta maldita e injusta vida! ».

Me encuentro sola en un callejón oscuro y sombrío sin salida, entumida y empapada hasta lo más profundo de mi desdichado ser, debido a la maldita lluvia inoportuna. Me encuentro literalmente hecha un ovillo y balanceándome como una completa lunática, repitiendo una y otra, otra vez, las circunstancias de mi vida... « Me llamo Adeline Wiatrowsky, tengo diecisiete años de vida en este inframundo e injusto mundo...» ¡no otra vez, no otra vez!, realmente estoy perdiendo la cabeza, pero... ¿Qué se supone que deba hacer?, lo perdí todo, completamente todo de un momento a otro.

Se han aparecido en este callejón unas tres personas y todas salen con la misma expresión: desprecio, asco, burla... como si alrededor mío existiera solo desastre y fuera una completa pérdida de tiempo si se me acercaran; no los culpo, ya que mi situación es realmente lamentable: me encuentro sin una pizca de alimento, ni agua, desde millas de distancia se puede oler la muerte que me acecha en cada esquina, literalmente estoy en los huesos y en etapa de deshidratación, mi ropa­ es un asco y en realidad... ¡yo soy un completo asco!, mi piel y cabello no se distinguen a causa del barro que llevo encima, la lluvia en vez de limpiarme, provoca que me ensucie más de lo estaba. Extraño demasiado mi antigua vida, no era perfecta, pero haría lo que fuera para volver a ella, tener un techo donde te sientes confiada de estar protegida y puedes descansar sin el temor de que un lunático salte sobre ti y trate de matarte para quitarte tus provisiones, si, me ha ocurrido un par de veces. Extraño estar limpia, extraño la cocina donde mi madre cocinaba sus deliciosos pasteles y llenaba la casa de ese dulce y delicioso aroma; mi madre... mi familia... sin duda lo que más ah destrozado mi corazón, es haber perdido a mi familia, mi madre y hermana eran toda mi vida...

Sin darme cuenta ya siento apretado mi pecho, sollozando y llorando hasta quedarme sin aire, mientras veo borrosamente a los desdichados supervivientes corriendo hacia la calle veintitrés norte, en donde se encuentra el...

Entro en pánico inmediatamente al darme cuenta de la situación, al despejarme la mente logro escuchar las ruidosas y siniestras sirenas que indican la huida hacia el refugio. Por más que lo intente no puedo lograr moverme, mi cuerpo se niega a responder, solo siento los fuertes y precipitados latidos de mi corazón, cuando un chico notablemente asustado y en las mismas condiciones que yo, me agarra fuertemente el brazo izquierdo y me levanta de un tirón, forzándome a que corra, aunque sin una gran respuesta de mi frágil cuerpo.

- ¡Estúpido!, ¿qué crees que haces?¯ le regaño con las fuerzas que me quedan¯. ¡Déjame o tú también morirás imbécil!

¯ ¿Que qué hago?, ¡Dios...te estoy salvando! ¯ me grita muy enfadado sin mirarme, forzándome a que corra¯, y si no cooperas, ¡no llegaremos a tiempo!

El chico tenía un aspecto muy lamentable, su ropa hecha añicos dejaba al aire su piel, notablemente no se ha alimentado en días y al igual que yo, estaba cubierto de barro, pero lo que me llamó la atención de él fueron sus grandes ojos grises, a pesar de su situación, sus ojos seguían vivos y llenos de color.

Tenía rostro enfadado y a la vez asustado, lo cual me hace volver en sí y reaccionar. Rápidamente esta vez lo agarro yo del brazo, me mira sorprendido y confundido, pero antes de que dijera algo, me pongo a correr como si no hubiera un mañana, y realmente no habrá un mañana si no logramos atravesar el portal antes de que las sirenas dejen de sonar; gracias a Dios que siempre eh sido buena y veloz para correr, y al parecer el chico que me ayudó también lo es, ya que me sigue el ritmo sin problema. Me pregunto qué habría sucedido si no hubiera logrado reaccionar, ¿me hubiera dejado?, o ¿Se habría quedado a ayudarme?, si me hubiera dejado no lo culparía... ya que estaba en juego su vida, era él o yo, y sería realmente estúpido morir por alguien que no conoces, por eso me había molestado tanto que me ayudara, pero ahora realmente se lo agradezco...mejor me concentro en llegar al refugio de una vez.

Comienzo a acelerar lo más humanamente posible, me da la impresión de que volase sobre la agrietada y sucia calle: papeles, envolturas y latas de comida por aquí y por allá. La lluvia aumenta su ritmo cada minuto, provocando que se me nuble la vista, pasé a llevar el costado de una chica y debido a la velocidad en que iba, se tropieza y cae fuertemente el suelo doblándose el cuello, estuve a punto de parar e ir a socorrerla, pero el chico no me lo permitía. Al notar que la chica no se movía y no emitía sonido alguno, paré en seco, observando con horror la escena que causé... ¡que yo causé!

¯Dios... ¯me llevo la mano a la boca para ahogar un sollozo, sin darme cuenta, ya corrían las lágrimas con tremendo peso de culpa¯. La maté...¯le susurro al viento y al sentir una mano en mi hombro me aparto con tremenda furia¯ ¡la maté!

¯ ¡Oh, vamos!, sabes que fue un accidente ¯me reclama el chico de los harapos, nervioso aprieta la mandíbula y los puños, como si estuviera discutiendo consigo mismo ¯. Ya no aguanto más... ¡al diablo la misión!

Me quedo desconcertada y paralizada unos segundos, mientras observo como el chico que me ayudó, corre por su vida acercándose cada vez más al portal.

Pero... ¿qué estoy haciendo?, solo quedan unos segundos para que se cierre el portal y si me quedo fuera, lo más probable es que no logre sobrevivir, y yo aquí, culpándome por un accidente... ¡mueren personas todos los días!

Me pongo a correr mientras me seco las lágrimas, puedo notar que solo quedo yo y unas cuantas personas delante, desapareciendo una por una en el portal.

«15 segundos para el cierre», anuncia la familiar voz de una mujer, mientras aun me faltan unos pocos metros por llegar.Siento el temor y los nervios mientras arde mi pecho y mis piernas no se ven...
«8...7...6...5...»

¯¡Vamos Adeline! Puedes lograrlo... solo corre un poco más rápido ¯me aliento mientras los restos de edificios y casas pasan como imágenes fugaces en frente de mi.

«4...3...2...»

Corro y corro sin darme cuenta de mi alrededor, solo sintiendo los fuertes y acelerados latidos de mi corazón. De un segundo a otro siento ese extraño frío por todo mi cuerpo y sin poder moverme un segundo, ya me encuentro en el otro lado, en el tibio y seguro refugio.

Un tremendo alivio recorre todo mi cuerpo y suelto un ruidoso soplido de triunfo. Me tiro al suelo y me apoyo en la pared, respirando con gran dificultad examino mi alrededor, al parecer la gran mayoría logró llegar al refugio, al igual que yo, tratan de recuperar el aliento; trato de localizar al chico que me ayudó, pero  sin resultado...

El cansancio lucha por vencerme, me tomo las rodillas y escondo mi cabeza entre ellas, dejando que todo el peso y dolor... se me vengan encima.

WESTMOXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora