CAPITULO 2

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Ya están por completarse dos semanas y aún no nos dejan salir de este lugar, pero claro que no pongo excusa alguna, es por nuestro bien no salir a los riesgos del exterior, además, aquí tenemos un lugar apropiado para vivir: nos aportan alimento y una cómoda cama para descansar, aparte de los útiles para poder asearnos. Realmente me siento afortunada al estar aquí, y creo que no soy la única que piensa así, ya que la vida exterior es completamente diferente, cada uno debe sobrevivir por su cuenta, debemos usgar y escabullirnos por los rincones, escombros en busca de alimento y un lugar apropiado para lograr descansar.

Han habido ocasiones de completa locura... recuerdo que hace tres meses atrás vagabundeaba en busca de provisiones, pero en especial, en búsqueda de alimento y agua. No había logrado tener éxito en casi una semana completa, literalmente me encontraba en los huesos, estaba desesperada y sentía que deliraba, aún así no perdía mis esperanzas y a primera hora de la mañana, salía a mi excursión diaria. Iba a introducirme en un callejón, cuando escuché fuertes golpes y gritos de dolor dentro de este; me oculté entre unas bolsas y observé que una mujer luchaba por su vida contra un hombre que había perdido la cordura, al parecer luchaban por una mochila que contenía algo importante. De un segundo a otro el hombre se abalanzó sobre la mujer, sacando un filoso y sucio cuchillo, sin compasión lo comenzó a enterrar una y otra vez en el frágil cuerpo de la mujer que deliraba, esta no aguantó más y dejó caer la mochila, escapando una manzana dentro de ella. Me sobresalté inmediatamente.

- ¡La comida es mía! -gritó aquel aterrador asesino, comenzando a reír diabólicamente- ¡ES MÍA! , ¡JAJAJA!

Comida... mi desesperación por esa mochila comenzó a aumentar, mi corazón se me iba a salir del pecho, literalmente estaba babeando por el contenido de esa bolsa... sabía que sería peligroso con ese lunático, pero si no actuaba en ese momento después sería imposible.

Pasé mis dedos por el suelo y me llené el rostro de barro- si lograba escapar, no podría reconocerme-. El hombre comenzaba a disminuir el ritmo de sus apuñaladas así que decidí actuar inmediatamente. Como un rayo salté las bolsas y corrí hacia la mochila que estaba detrás del hombre, este no logró reaccionar rápidamente, por lo que logré agarrar la mochila y comenzar a escapar, pero el hombre se abalanzó sobre mi con su diabólico cuchillo, utilicé toda la fuerza que estaba a mi disposición para quitarme aquel asesino de encima... logró hacerme un corte en la pierna, pero la adrenalina y el temor de morir me permitió olvidar el dolor y correr más rápido que nunca; logré meterme en un agujero y al parecer el loco ya no me perseguía. Desesperadamente abrí la mochila y su contenido era mejor de lo que esperaba: galletas, cuchillos, agua, frutas, una linterna y una razonable manta.

-Por eso eras tan importante... - le susurré a la mochila sonriendo por mi suerte.

En la mañana siguiente, decidí regresar por el mismo callejón, donde yacía el cuerpo en putrefacción de la pobre mujer y de su maniático asesino... al parecer se había suicidado.
...
La alarma que indica la hora del siguiente grupo para asearse, donde me encuentro yo, me saca de mis pensamientos, o más bien, recuerdos. Me levanto agarrando mi bolso que contiene lo necesario y me conduzco al no lujoso, pero muy apropiado baño. Muy pocas veces puedo verme en estas condiciones: limpia, aromática, ropa nueva y mejor rostro, ya que muy pocas veces suena la urgente y tenebrosa alarma que indica la huida al refugio... al parecer lo hacen cuando hay un extremo peligro.

Desde qué el "fin" ocurrió, sólo ocurren cosas extrañas y sobrenaturales, por ejemplo cuando llueve -como sucedió antes de la alarma-, o más bien cuando terminan estas lluvias, la tierra suelta unos gases completamente tóxicos que te envenenan inmediatamente si los aspiras, si no te matan al instante, acabas gravemente enfermo y terminas tu vida por ti mismo, ya que los síntomas y dolores son del mismo infierno.

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