Capítulo 9: "Confesión".

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Un silencio se apoderó de la atmósfera, puesto que ninguna palabra era pronunciada por esas dos siluetas que yacían inertes, sin mover ningún sólo musculo. Los delgados labios de Ayase querían pronunciar alguna palabra más, para que su interrogante fuese respondida, pero el miedo, la inseguridad se apoderaba de él, haciende que sus carnosos y rojizos labios temblaran por la impotencia y no pronunciaran ningún sonido.

Su mirada azulina sólo se concentraba en la silueta que estaba frente él, que se mordía el labio inferior, pero aún así con una tenue sonrisa. El menor se removió incomodo, puesto que al estar sentado a horcajadas en el regazo del mayor, lo inquietaba.

El menor se sentía un poco mareado, pero tan feliz por esas palabras que al final había pronunciado Kanou; se sentía igual que él. En un movimiento rápido, Ayase abrazó al prestamista, rodeando con sus delgados brazos su cuello, sorprendiendo aún más al mayor.

—...Kanou-san, p-por favor... quiero saber, ¿por qué estas feliz? —. Las mejillas de Ayase las sentía arder, cómo si estas quemaran y quisiesen carbonizarse; ése calor no lo soportaba, era demasiado.

Cuando el prestamista intentó separar al menor para verlo a los ojos, este se opuso por la simple razón de sentirse avergonzado. Acababa de confesar los sentimientos que habían estado incrustados en su pecho, sin darse siquiera cuenta que estaban ahí desde un gran lapso de tiempo.

La mirada del menor comenzaba a nublarse, se sentía mareado por tantas emociones que surgían de él. El siempre había sido una persona reservada, sus sentimientos fraternales sólo habían sido dirigidos a sus únicos familiares, y, ahora, el confundió esos sentimientos y se hicieron más fuertes y diferentes respecto al prestamista; esto era tan confuso que lo hacían dudar, pero no respecto a los sentimientos que abarcaban su mente, pues esos sentimientos amorosos sabía que eran reales, pero no recíprocos.

El menor se mordió el labio inferior, para que ningún gimoteo saliese de su cavidad bucal y alarmase al prestamista, puesto que no quería alejarse de él, quería permanecer así, cálido, protegido. Pero, su cuerpo se tenso cuando el prestamista pronunció su nombre de una manera tan dolorosa, tan melancólica que sólo lo hacía confundirse más de lo que ya estaba.

—... Soy feliz, porque estas a mi lado, Ayase—pronunció Kanou en un susurro en el oído del menor, provocando que un escalofrío recorriera todo el cuerpo del rubio. ¿Era verdad lo que el mayor decía? pero como fuese, si es una mentira, Ayase se aferraría a ella..., porque quiere ser feliz—. Pero sé que tú no lo eres..., estas aquí porque yo te he obligado, Ayase. Sólo estas aquí por la deuda que te he hecho pagar—. Ayase quería detener todas esas desgarradoras palabras que pronunciaba el mayor, pero simplemente no podía, estaba tan impactado que su cuerpo no reaccionaba a lo que su mente le demandaba—. Así que he decidido que puedes irte a donde quieras... así será más seguro para ti y el bebé, podrás ahora vivir cómo tú lo desees..., al fin y al cabo, ya casi pagas tu deuda... —. El mayor se apartó del menor en contra de su voluntad, éste quería seguir abrazado al prestamista, pero al ser más fuerte el mayor, no tuvo ningún problema.

— ¡Por favor, n-no! —. Ésas palabras lo estaban destrozando lentamente; todo, absolutamente todo lo que el mayor decía desmoronaba cualquier sueño e ilusión que tenía el menor.

—Ayase, ¡sé que estás aquí sólo por lo que te he hecho pagar!..., no estarías aquí si no me debieras ¿Verdad...? —. El prestamista estaba completamente serio, puesto que aún no podía creer lo que el menor le decía; era simplemente imposible que una cosa tan hermosa pasara, lo que había dicho Ayase, sólo seria por su personalidad sumisa, esa personalidad que el mayor le encantaba; porque no era lastima lo que sentía el rubio, era necesidad por hacer a una persona feliz, simplemente eso.

Afrontar realidades (Yaoi)[okane ga nai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora