Capítulo 13: "Celos" [MARATÓN 1/5]

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MARATÓN [1/5]


Sus ojos se cerraron, y su respiración paró en un instante. Todo se volvía blanco, parecía que flotaba en un prado verdoso donde la brisa fresca se impregnaba en su tersa piel. Su estómago comenzó a cosquillear, y sus manos temblaron de emoción. El deseo que sentía no era carnal, él no quería que sus cuerpos buscaran contacto por sólo ese insignificantico roce. Ese contacto de sus labios significaba mucho más, era un sentimiento genuino y puro. Un sentimiento que el rubio depositaba con confianza en el prestamista.

Una sonrisa se dibujó en su angelical rostro, mientras con ternura el mayor depositaba un beso cargado de fidedignos sentimientos.

Todo podía parecer un sueño. Pero francamente todo no era felicidad. El mayor con rapidez se separó de sus labios al escuchar que alguien se acercaba, clamando su presencia con fuertes pisadas en el piso. Una joven sirvienta rubia, de piel tersa con exceso de maquillaje entró a la cocina, con una sonrisa amplia al mirar la presencia del atractivo jefe.

— ¡Señor Kanou, bienvenido! — Dijo la joven con emoción—, ¿Necesita algo? ¿Quiere que traiga algo? Con gusto lo traeré si me lo pide.

— Gracias, Eveline. No necesito nada por el momento— contestó Kanou con cortesía— ¿Tú necesitas algo Ayase? —Le preguntó al rubio.

Cuando Kanou le preguntó aquello, la sonrisa que tenía, junto son los cosquilleos de su estómago y los temblores de sus manos desaparecieron enseguida. Tal vez Kanou no lo notaba, pero la sonrisa que le brindaba aquella joven al mayor era totalmente coqueta y provocadora. Ayase lo sabía, la sirvienta Eveline trataba de que el mayor se fijara en ella, con aquellos ojos que Kanou lo miraba a él. Un fuerte vértigo en su estómago dio inicio, incómodo y desesperante. Hizo una mueca, que trataba de que fuese una sincera sonrisa. Pero no podía hacerla después de ver que intentaban quilarle lo más preciado que tenía.

Sí, tal vez ellas sólo pensaban que eran hermanos. Que Ayase sólo vivía con él porque no tenía ningún lugar a donde ir. Para aquellas jóvenes era una oportunidad única enamorar aquel hombre atractivo, de dinero y reputación; además de que era extranjero. Sí, todo aquello que pensaban dolía, y mucho.

— No te preocupes, Eveline-san. No necesito nada— contestó con ternura Ayase. No podía culparla, él no era ése tipo de persona que albergaba odio en su corazón por motivos injustificables.

La joven sonrió más ampliamente. Eveline no quería desperdiciar el tiempo haciendo encargos para el hermano de su jefe. Y vaya que ocultaba aquella felicidad muy bien.

—Sirve la comida que ha preparado Ayase, te esperaremos en el comedor—ordenó el mayor sin ninguna expresión. a la sirvienta No es que no notara aquellos coqueteos, pero era tan normal que ignoraba completamente cómo se sentían todas las mujeres a su alrededor.

En la calle caminaba y no faltaba aquella mujer que suspiraba al ver a un hombre tan guapo marchar. En el trabajo no faltaba alguna secretaria que posara sus ojos con anteojos en su escultural cuerpo. Nunca faltaba aquella mujer que intentara hablar con el prestamista para tener al menos una insignificante oportunidad para encontrar la felicidad en un hombre como lo era el mayor. Si, nunca faltaban aquellas mujeres, era lo que pensaba claramente Ayase mientras su delicados pies tomaban rumbo hacia el comedor.

Frunció el ceño, miró a las otras mujeres rubias arreglando la mesa, mientras se inclinaban con exageración contra la mesa para acomodar unos simples cubiertos. Sus labios se torcieron, y el menor no hizo nada más que una notable mueca que no pasó desapercibida el mayor.

Afrontar realidades (Yaoi)[okane ga nai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora