Capítulo 8: "Sentimientos".

2.1K 101 16
                                    

El rubio ahora comprendía todo, eso era lo más lógico, este amor era simplemente diferente a cualquier otro, este amor que él siente no era fraternal. Aunque el mayor le hubiese dicho que fuese de su familia, ahora ya no lo tomaba con ése sentido.

En este momento el se sentía destrozado, su corazón cada vez le pesaba más, y, esas lágrimas escurrían por su porcelana piel, abundantes e incontrolables.

Con sus manos temblorosas comenzó a levantar cada pedaso de papel yaciente en el frío suelo. Ahora ése dinero no le importaba, no tenia ningún valor. Cada billete que tomaba entre sus dedos, hacía recordar cada momento que se entregó en cuerpo y ahora en alma al prestamista, recordando exactamente cada detalle, cómo ésas frías yemas recorrían cada milímetro de su blanca piel, haciéndolo estremecer.

Al terminar de juntar cada billete y colocarlos en la maleta, la aguardó en el mismo lugar, procurando que no se notase mucho a simple vista, pues, el menor no quería que el prestamista la viese; quería que permaneciera así, tal cual está.

Suspiró, limpiando con sus pequeños dedos las pocas lágrimas que seguían escurriéndose por sus mejillas. Llevó su blanca mano a su vientre, acariciando delicadamente, con ternura, con esmero y devoción.

Ahora tenía con qué aferrarse, esa pequeño bebé que crecía dentro suyo, lo hacía tener una mínima esperanza de felicidad. ¿Pero a quién engañaba? Su felicidad no estaría completa sin el prestamista. Simplemente ésa era la realidad; aunque ese bebé fuera un milagro para él, sólo esperaba también lo fuese para el prestamista.

No quería perderlo, no quería que lo olvidase, simplemente el menor no podía aguantar tanta presión. Pero tenía que ser fuerte, por el bebé, por ése amor que sentía por Kanou. El menor deseaba que eso mismo que él sentía, también lo sintiera el prestamista. Una sonrisa melancólica se posó en sus rosados labios.

Suspiró de nuevo, yendo al baño para darse esa anhelada ducha que necesitaba.

Al terminar de bañarse y vestirse, caminó a la sala que estaba sumergida en penumbras. Sus ojos chocaron con la tenue luz de la cocina, avisando que el prestamista había llegado; pero, lo que desconcertó al menor, era que ni siquiera le había avisado su llegada.

Caminó lentamente a la cocina, mientras que sus pequeños pasos resonaban claramente en el lugar, puesto que ningún sonido más se escuchaba.

Al asomar su pequeña cabeza en el umbral, contempló que el prestamista estaba sentado en la mesa de brazos cruzados, con su traje acomodado pulcramente.

—¿Kanou-san?—. Preguntó el menor, mientras se acercaba cauteloso, con la atenta mirada del prestamista posada en él.

Sus pequeños dedos comenzaron a jugar entre sí. Se mordió el labio inferior al estar en frente del prestamista, que no mencionaba ni una sola palabra; eso hizo que su pecho se sintiese más dolido.

Un sólo sollozo fue suficiente para el mayor, pues, él no aguantaba que su pequeño rubio llorase.

El mayor lo tomó de las muñecas, sentándolo en su regazo y atraerlo a su pecho.

—Todo está bien, Ayase—. Tranquilizaba el mayor, acariciando esos mechones rubios —Sé que esto tú no lo querías..., si quieres deshacerte del feto, está bien.

Eso sí que dejó en shock al menor.

—¡No!—. Contestó Ayase enseguida, mientras se apartada un poco del prestamista —Y-Yo no quiero eso..., sólo, no quiero eso —. Ayase bajo la cabeza mientras se limpiaba las lágrimas que se habían escurrido.

El menor estaba tan bien, tan relajado al estar con el mayor. Levantó su cabeza, para que en un rápido movimiento depositara un beso en los labios del prestamista.

Kanou estaba tan sorprendido, pero tan feliz a la vez, puesto que sentir lo terso de los labios del menor, lo enloquecía.

Introdujo su lengua en la cavidad bucal del menor, sin tener ninguna objesion por él. Sus lenguas danzaban, una guerra entre ellas para saber quién dominaba; pero claro, el quien ganó fue el prestamista, por una gran ventaja.

El menor se separó por falta de aire, pues, ahora ya respiraba desacompasado. Una pequeña lágrima se escurrió por su mejilla, que lentamente el prestamista limpió con su lengua, haciendo sonrojara al menor por el acto.

Eso era, simplemente ya lo comprendía mejor el menor, está enamorado, de la persona que lo compró y lo obligó a pagar una gran deuda. Pero eso ya lo tenía sin cuidado.

—Kanou-san... Y-Yo.

—Ayase— Interrumpió el mayor—, perdón... —. Ahora el menor se quedó sin habla, pues, el prestamista al parecer lo decía en serio, su rostro ni siquiera se inmutaba. Ayase no comprendía exactamente a qué se refería el mayor. Lo observó, mirando esos ojos oscuros neutrales que lo miraban directamente a sus azulinas pupilas —. Te arruiné la vida.

—¡N-No es verdad, Kanou-san!—Enseguida contestó el rubio, reflejando en su mirada una inigualable tristeza por lo que el mayor creía —. Tú, ahora eres mi familia..., no me gusta que la persona a cual quiero piense eso —. Antes de que se dieron cuenta el menor, se sonrojó hasta las orejas por lo que acababa de confesar. Hace unos cuantos minutos se había dado cuenta lo que sentía por el mayor y ya lo había dicho. Se tapó la boca enseguida y se disponía a levantarse del lugar en el que yacía cómodamente.

Pero, al parecer no era la suerte del rubio, puesto que el prestamista tan impactado que estuviese, no dejó que su rubio se fuera después de lo que pronunciaron sus delicados y rosados labios.

El mayor tomó con sus dedos el delicado y fino mentón de Ayase.

—¡Ayase, voltea! —. Demandaba el mayor desesperado, pues, ni con que haya voltedo el fino mentón del rubio, no se dignaba a mirarlo; puesto que sus pupilas viajaban a otro sitio que no fuese ese rostro masculino. Ayase frunció sus labios Cuando por fin miró al mayor —¿Lo has dicho en serio?—. Preguntó el mayor con el ceño fruncido.

El menor no sabía qué contestar, no quería mentir, pero tampoco quería confesar lo que su corazón le demandaba; por miedo a ser rechazando con plabras crueles por parte del prestamista.

Ver la dominante mirada del mayor lo sonrojo, ese color carmesí característico cuando se avergonzaba. Cerró los ojos y asintió con su cabeza. Pero, al recordar su deuda, las lágrimas volvían a dominar en sus orbes azulinas, puesto que no quería ver cómo el mayor se burlaba de él; sería demasiado para su corazón.

Al no recibir alguna respuesta por el prestamista, hizo abrir sus ojos lentamente, mientras que sus lágrimas se escurrían abundantes.

—...Estoy feliz...—. Murmuró el mayor con una mirada sombría, pero con una pequeña sonrisa en sus labios que sorprendió al menor. Ayase al haber escuchado esas palabras se sonrojó.

«Estoy feliz» eso que pronunció el mayor, hizo que una gran calidez creciera dentro del pecho de Ayase.

—¿F-Feliz...? ¿Por qué Kanou-san?

***
Holi!!! (/*0*)/ disculpen la tardanza, pero estoy enganchada con un proyecto de mi escuela, lo tenía que terminar, sino reprobaba xD

Sé que no hay lemon, pero prometo que el siguiente capítulo habrá n_n

¿Deje a mis queridos lectores con intriga? (/0-0)/

Espero que les guste!!!

Afrontar realidades (Yaoi)[okane ga nai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora