CAPÍTULO 15 "ESTIMULANTE" (1/2) [MARATÓN 3/5]

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Era una persona adulta, aunque tuviese esa apariencia angelical y pacífica todo el tiempo. Debería de ser un adulto responsable y con un temperamento más fuerte.

Se miró al espejo. Miraba a un joven, rubio, con labios rosados con ojos grandes y una incertidumbre que inundaba esas pupilas. Una angustia indescriptible que le carcomía el pensamiento, le hacía que su pecho sintiera una bruma abrazadora como si una avalancha de nieve callera en picada y arrasara con todo. Eso sentía Ayase, una avalancha en su pecho que lo hacía desequilibrarse ¿Por qué el prestamista siempre le hacía sentir cosas nuevas todo el tiempo? ¿Por qué todas sus primeras veces eran de él? ¿Por qué ese sentimiento de vergüenza le pertenecía? ¿Por qué tenía que decirlo de una forma tan tranquila?

¡Se veía tan atractivo! Era la primera vez que sentía un deseo indescriptible por el prestamista.

Con sus manos se tapó la cara. La sentía inmensamente caliente que incluso las yemas de sus dedos sentían el cambio brusco de temperatura.

Él estaba esperando.

Estaba en la cama.

Tenía que armarse de valor. Un valor que no tenía pero buscaría hasta encontrarlo ¿Qué podría pasar? Ellos lo hacían tantas veces ¿Qué sería diferente?

Estaba en cinta, sí. Pero su cuerpo no era inmune a las caricias, no era inmune a la insinuación. Después de tantas noches con él su cuerpo era endemoniadamente sensible. Y le gustaba.

Claro que le gustaba.

No lo negaría más. Nunca más lo negaría.

Con su mano, tocó el pomo de la puerta y la abrió. Estaba de espaldas, quitándose la corbata con una tranquilidad inmutable, colosal y atractiva. Claro que atractiva. Tragó saliva más de una vez. Y a la quinta vez que la escuchó. El prestamista se giró, después de quitarse la camiseta y dejar al descubierto ese abdomen, ese abdomen que Ayase imaginaba arremetiendo contra el.

¡Dioses! Sacudió la cabeza. ¿Era normal tener esos pensamientos ante de empezar siquiera? El prestamista solo le sonrió para enseguida quitarse los pantalones y quedar solo en bóxer.

Ayase solo miraba y nerviosamente tocaba sus manos.

-Ven Ayase. No te preocupes, podemos descansar por hoy. Ven-dijo, mientras lo tomaba de la cintura y lo aproximó para darle un abrazo y recostarlo en la cama.

¿Descansar? ¿Y qué había con...?

Oh, no. ¿Ahora qué haría? Kanou siempre tomaba la iniciativa, y aunque él dijera que no siempre terminaba convenciéndolo y Ayase terminaba en la bruma del placer y del orgasmo más desbordante que tenía.

Kanou apagó las luces, y quedó boca arriba sin ninguna manta tapándolo. Ayase estaba a su costado con el corazón latiéndole a mil por hora. Juraría que incluso era por segundo hasta que su corazón se saliera de su lugar.

Se removió entre las sábanas. Se quitó lentamente su ropa, quedando solo con esos calzoncillos blancos. Solo pudo notar que Kanou volteó un poco y volvió a cerrar sus ojos, dejándolo. Pero por su respiración Ayase sabía que aún no dormía.

Volvió a removerse entre las mantas. Si Kanou le diera un vistazo se daría cuenta que Ayase tenía una furiosa erección que se traslucía de sus calzoncillos blancos, casi trasparentes. Su entrepierna punzaba, y sentía la incontenible necesidad de tocar ese abdomen descubierto. Ese abdomen trabajado. Podía ver ese vello púbico que sobresalía de elástico de bóxer, y de verdad que no ayudaba nada.

Suspiró.

Tenía que hacerlo o en definitiva el prestamista no iniciaría en nada. Lo haría, aunque su rostro se callera de la vergüenza el día de mañana. Aunque esto no fuera propio de Ayase.

Su pierna comenzó a deslizarse por las sábanas subes, y lentamente su pierna delgada de deslizó por el abdomen del prestamista, quedando encima de él. Esto era muy vergonzoso, y podía ver que Kanou sonreía. Pero no hacía nada. Pero Ayase sentía que su entrepierna se derretía con el contacto, su entrepierna rosaba con la notable erección que iba creciendo del prestamista.

¿Quería que lo provocara? ¿Era lo que Kanou esperaba que él hiciera?

¡Pero Dioses! Estar arriba de Kanou era estar en el cielo. Aunque su cuerpo era pequeño, y sus pequeñas manos apenas y abarcaban una parte del abdomen de hombre mayor, no le impedida nada Ayase a aproximar su entrepierna aun en calzoncillos con la de Kanou en Boxer. Era estimulante.

Comenzó a restregarse, a frotarse y a retorcerse encima de él. Sentía que la fricción en su erección incrementaba cada que lo hacía de adelante hacia atrás. ¡Dioses! ¡Dioses! ¡Dioses! Se sentía tan bien. "ahh...!" Se escuchó que salió de sus labios.

Y todo lo peor era que Kanou no hacía nada. Y claro que Ayase sentía que la evidente, dura y gruesa evidencia de que también lo estaba disfrutando.

¿Tenía que hacerlo él?

Se quitó los calzoncillos y liberó su erección. No dejaba de restregarse de adelante hacia atrás y comenzaba a gemir más fuerte. ¡Dioses! ¡Dioses! ¡Dioses! Si es que existían ya los estaba llamando para que lo llevaran a la bruma de clímax y el placer absoluto.

No le quitó los Boxers, no. Solo se lo hizo a un lado para liberar la erección del prestamista.

Comenzó a respirar con tranquilidad. Y aunque no la tuviera lo intentaba, lo estaba intentando.

***

¡Mañana continuo! tengo que retomar este fic y terminarlo de una vez por todas. así que traten de esperar actualizaciones cada día.

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⏰ Última actualización: Nov 08, 2023 ⏰

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Afrontar realidades (Yaoi)[okane ga nai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora