Se acercaba mi parada, así que me levanté. Salí del metro. Menos mal, había dejado de llover. Subí las escaleras. Caminaba deprisa. Ese chico me había dejado confusa. Otro chico más chocó conmigo.
-¡Ah! Me has hecho daño.
-Lo siento. ¿A donde vas?
-A la Universidad.
-Te acompaño.Como estaba sola, no me negué. Íbamos juntos. Llegamos a la Universidad. Nos despedimos y me puse a buscar mi aula. Había tantas, que no era difícil perderse.
Por fin la encontré. Estaban todos sentados, y sobraba solo un sitio en la esquina del final. Gracias a dios no había entrado el profesor todavía.
Noté como todos me estaban mirando, así que me escondí entre los pupitres y conseguí llegar al mío sin morirme antes de la vergüenza.
Me senté y una chica empezó ha hablarme.
-¿Como te llamas?
-Mm... Me llamo Maia.
-¡Que bonito! Yo me llamo Lara.
-Aja. Interesante.Eché un vistazo a la clase antes de que me pudiera hacer otra pregunta. Sentado en la siguiente fila, pude ver al chico que chocó conmigo.
-Ps.Se giró al ecuchar mi ruido extraño.
-¡Hombre! Si eres tú.
-Me llamo Maia.
-Yo me llamo Sergio.El profesor entró.
Me pasé toda la clase mirando a un chico que había dos filas más alante.
Me sonaba su pelo. Intenté descifrar su identidad el resto de la eternidad. Hasta que se dio la vuelta a coger una libreta de su mochila. ¡No puede ser! ¡¿El chico del metro?!