-Pero si no... Si no nos conocemos.
-¿Qué importa? Yo confió en el amor a primera mirada.
Le brillaban tanto los ojos que parecían estrellas.
-Pero no... ¡No puede ser! ¡Soy horrorosa!
Empecé a llorar. No sé por qué. Necesitaba desahogarme. Sus ojos dejaron de brillar. Su expresión cambió radicalmente.
-¿Me puedes decir por qué?
Tomé aire. Aire para decir todos esos horribles defectos que me atormentaban cada día.
-¡Soy un desastre! No valgo nada... Soy tímida, fea, bajita, fría, vergonzosa, poco cariñosa, gruñona, gritona, enfadona... ¡Soy un mounstruo!
-Un mounstruo jamás sería tan perfecto.
-¿¡Perfecto!? ¿¡Estas ciego!? Soy un defecto puro...
-¿Nunca te han dicho que lo perfecto es aburrido?
-Si... Pero eso sólo lo dicen las personas perfectas.
Me miró con cariño.
-No. Esos son tus defectos. ¿También son parte de ti, no?
Me sonrojé.
-Supongo.
Se acercó hacia a mí.
-Pues te digo solo una cosa más. Eres el desastre más bonito del que me he enamorado jamás.
Acto seguido, me cojió la cara y me besó.
