Empecé a sentirme incómoda. Me sudaban las manos. Lara me miró.
-¿Estás bien?
-No.
Miró a donde yo había estado mirando toda la clase.
-¡Oh dios!
-¡Sh!
-¿Te gusta?
-¿Y a ti que te importa?Saqué un cuaderno y empecé a dibujarlo. Lara optó por quedarse callada. Me caía bien. Sólo un poco pesada. Por fin acabó la clase. Sergio corría para alcanzarme, pero antes llegó el chico del metro.
-¿Nos conocemos?Ví como me miraba Sergio. ¿Estaba celoso?
-Mm... No.
-¡Ah! ¡Ya se! ¿Tú no eres la chica del metro?
-No se a qué te refieres.
-¿Por qué no te invito a comer y me cuentas cómo te llamas?
-Vale, espera un momento.Todavía aturdida por lo que había acabado de pasar, conseguí llegar hasta Sergio.
-¿Querías algo?
-No...
Sonaba triste.Me fui con el chico. Me contó que se llamaba Iván. Me decía cosas interesantes. Tenía una hermana más pequeña. Tenía tan solo ocho añitos. Su padre había muerto de cáncer de colon, así que se mudaron a Madrid para conseguir más recuerdos, ya que de pequeño vivió allí. Tiene un gatito blanco de ojos azules. Se llama Obelix.
Comimos y dimos un paseo. Como era el primer día de clase, no teníamos nada que estudiar, así que pasamos la tarde juntos. Se pasó todo el tiempo diciéndome que tenía los ojos preciosos. A ver, los tenía grises, pero nada del otro mundo. También que le encantaba mi pelo, es negro. Vamos, que le encantaba yo. Y eso, como no, hacía que me sonrojara cada vez más.