Quinto Acto: Demencia

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Podría decir que todo estaba bien, pero eso sería mentirse a sí misma, sabía que todo estaba mal, su adicción por la cocaína empeoraba, sus alucinaciones iban por el mismo camino, ya se le hacía casi que imposible el diferenciar lo real de lo irreal. Ya no trabajaba en ese lugar de nombre que ya ni recordaba, y por ello la bruja malvada siempre venía a buscarle gritando desesperada porque abriera la puerta, pero ella no era tonta, no dejaría que le diera esa manzana envenenada, no señor.

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No recordaba nada, realmente no lo hacía, pero eso era lo que menos le importaba. Ahora se hallaba por las calles merodeando, buscando a quien pudiera venderle un poco de su nieve, tenía esos malditos escalofríos nuevamente.

Al final de un callejón pudo visualizar a un joven esnifando algo, Allí estaba quien buscaba. Al acercarse a este pudo notar como estornudaba repetidas veces, ¡Oh! Allí estaba su pequeño Estornudos esperándole, ¡No! Debía dejar de pensar así, se estaba volviendo loca, ellos no existían. Eran falacias, ¡Sí, falacias! Sólo falacias, pensó de modo distraída y nerviosa.

Al estar cerca del chico, este fijó su mirada en ella, con su nariz roja debido a su alergia, pobre de su pequeño Estornudos... Y allí estaba nuevamente ella con sus delirios, era mejor pedir lo que necesitaba e irse.

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Ahora todo se estaba poniendo turbio, muy turbio para su gusto, las alucinaciones iban en aumento, ¿Qué cómo lo sabía? Pues había visto a Gruñón, Tontín, Dormilón y Estornudos, allí en su casa, cuando ella no había dejado entrar a nadie, ella estaba segura, a nadie había dejado entrar, de eso estaba segura, muy segura, ¿verdad?

Pero eso no se quedaba allí, desde hace unos días había empezado una amistad recurrente con tres nuevos amigos, ¡Que resultaron amigos de los otros cuatro enanitos! A ver si recordaba sus nombres, ¡Oh sí! ¡Ya recordaba! El primero era Feliz, siempre tenía una gran sonrisa y la animaba cuando creía que estaba enloqueciendo, porque ella no estaba loca ¿cierto? Luego estaba Tímido, siempre parecía un bello tomate cada vez que la veía, los demás enanitos decían que estaba enamorado de ella, sólo eran tonterías, y por último está Sabiondo, tan inteligente, le impresionaba todo lo que podría llegar a saber.

¡Oh! Ahora que se fijaba, vivía con siete enanitos, ahora sí podía llamarse «Blancanieves y los Siete Enanitos», todo estaba perfecto, todo estaba como si ella estuviera dentro de ése cuento, mejor dicho, ella era la verdadera Blancanieves, alguien se había hecho pasar por ella, esa persona era una impostora, ¡Sí, una vil impostora! ¡Ella hallaría a esa impostora! ¡Claro que sí!

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Había hablado con sus Siete Enanitos sobre la impostora, y le dijeron que si la hallaba debía matarla, porque era una enviada de la Bruja Malvada, pero ella no se iba a rendir, ella la acabaría primero, le habían dicho que la impostora se vería igual que ella que era la verdadera Blancanieves para evitar que la eliminaran, que cobarde era, sumamente cobarde.

Por ahora debía seguir buscando, Sabiondo le explicaría una nueva estrategia para acabar con la impostora.

Historia del pecado #BlueAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora